La fiebre aftosa es una enfermedad infecciosa de origen vírico que afecta al ganado, llamada así por la formación de “Aftas “ o ulceraciones similares a las humanas, las cuales se desarrollan en la boca, provocan una sensación de quemadura y presentan enrojecimiento.
Esta enfermedad no afecta a los equinos o caballos y no es igual ni tiene relación con fiebre aftosa humana.
Este virus es altamente contagioso y extremadamente infeccioso entre el ganado.
¿Cómo se transmite?
El virus de Glosopeda o fiebre aftosa se transmite con solo respirar, el solo contacto de un animal enfermo y uno sano hace que con el hábito de lamerse u olfatearse ya esté en contacto con la enfermedad.
Una inyección, actividad sexual o contacto directo con la saliva, orina o heces de un animal contaminado también pueden ser causantes de esto, así como también ingerir los productos o la carne derivado de los contagiados.
¿Cuáles son sus signos y síntomas?
En solo 2 o 20 días puede incubarse esta enfermedad, todo va a variar dependiendo del organismo y el sistema inmunológico del animal. Al principio se pueden presentar fiebres altas, falta del apetito, decaimiento y disminución de la producción de leche.
Luego viene la producción de aftas, lo que a su vez genera dolor en el animal.
La alta salivación en el animal también es un indicio de que tiene este padecimiento.
¿Tratamiento?
No se recomienda el tratamiento alguno a los animales afectados, lo más recomendable es quitarles la vida, quemar sus restos o enterrarlos.
¿Cómo se previene?
En primer lugar, evitando el contacto entre el ganado infectado y el sano, aunque igualmente deja un porcentaje de riesgo, por lo que evitar el mayor contacto entre ellos es lo mejor.
Mantener sus vacunas al día es una excelente opción para prevenir el contagio.
La fiebre aftosa es causante de muchas pérdidas económicas por parte de la industria ganadera, ya que las exportaciones de los productos derivados de estos animales tienen un cese total entre naciones, para así evitar el contagio y propagación de la epidemia.
Fuente: UN