La juventud y la fuerza de Alexander Zverev, de 21 años se combinaron para destrozar el virtuosismo del veterano suizo Roger Federer, 16 años mayor, y el germano terminó imponiéndose por 7-5 y 7-6 (5) para alcanzar por primera vez la final de las Nitto ATP Finals en Londres.
Federer no podrá terminar la temporada ganando el título número 100 de su carrera. Tendrá que esperar al 2019 para lograr ese hito.
Ha quedado avisado el de Basilea, en el O2 Arena, al lado del Támesis, que hay un jugador que puede vencerle en su superficie preferida y bajo techo, y en un torneo tan emblemático como este donde ha conquistado seis títulos, pero donde no consigue alzar la copa desde 2011, cuando tenía 30 años y tres meses.
El germano ya le amenazó el año pasado cuando logró ganarle un set, aunque cedió luego en tres mangas, pero en esta oportunidad acabó cerrando el partido, e igualando 3-3 los enfrentamientos contra el jugador al que idolatra.
En casi todos los cambios de campo, el de Hamburgo cedió el paso a Roger, muestra de su respeto y admiración. Misma devoción que exhibió el público del O2, con gran número de seguidores del suizo, portando banderas y luciendo los colores de su país.
Pancartas como “En el octavo día, Dios creó a Federer” y “Federer te queremos” hablaban de ese cariño que el aficionado no escondía hacia el ganador de 20 grandes.
Federer les dio lo que buscaban, virtuosismo en la red, con dejadas y voleas, especialmente en el sexto y séptimo juego del primer parcial, y aceleraciones que dejaban ‘grogui’ al germano, pero solo por momentos.
El jugador de Hamburgo fue capaz de aguantar todo esto resignado, amarrándose a su saque como respuesta, y cabilando cuando podía ser él el que marcase la diferencia. Y fue en el duodécimo juego cuando Federer dejó escapar la primera oportunidad de rotura (0-40), que ‘Sascha’ aprovechó para culminar su contragolpe.
La pérdida de ese set espoleó a Federer, que no quería llegar al tercero sin fuerzas y aparecieron las prisas del suizo. Su gesto empezó a torcerse, con esa mirada típica en él cuando no le van bien las cosas en la pista, pero logró la rotura en el tercer juego, y el público estalló de gozo.