La Unión de Naciones Suramericanas (Unasur), que surgió en 2008 como un nuevo modelo de integración impulsado por los denominados Gobiernos progresistas, deambula ahora entre la necesidad de un rediseño y la inercia en la que cayó junto al debilitamiento de las fuerzas que la auparon en sus inicios.
Ecuador -donde se encuentra la Secretaría General de la Unión- incluso ha decidido retirarle su emblemático edificio en el norte de la capital, para ofrecerle una sede en una casa patrimonial en el centro de Quito.
Además, Ecuador ha propuesto un “nuevo diseño” para la Unasur en 2019, año considerado clave por el canciller ecuatoriano, José Valencia, para el futuro del organismo regional, debilitado también por varias deserciones.
Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Paraguay y Perú comunicaron el pasado abril su decisión de no participar en este grupo, conformado también por Ecuador, Guyana, Surinam, Uruguay y Venezuela.
“Lograr un nuevo diseño” sería lo ideal en el organismo, dijo Valencia al insistir en que “Ecuador no es partidario de la desintegración de Unasur”.
Ese rediseño también incluye, desde la visión del Ejecutivo ecuatoriano su cambio de sede, a una más modesta de la que hasta ahora funciona en el norte de Quito y que fue construida para ser el corazón de la zona de integración regional.
El presidente ecuatoriano, Lenín Moreno, quiere convertir a la sede original en un centro de estudios superiores, al considerar que ese inmueble resultó carísimo para su país, pues costó unos 45 millones de dólares y fue donado a la Unión por el expresidente Rafael Correa.
Moreno, un antiguo aliado de Correa, quien ahora convertido en el más acérrimo rival político del gobernante, no ha mostrado mayor voluntad por apuntalar a la Unasur, aunque su canciller dijo que el organismo tiene algunas cosas positivas que se deben rescatar.
La inercia de la Unión comenzó en enero de 2017 cuando se retiró su último secretario general, el expresidente colombiano Ernesto Samper, que no tuvo reemplazo por la falta de consensos en el bloque.
La retirada en abril del año pasado de la mitad de sus miembros debilitó aún más al organismo, a los que políticos y exdiplomáticos conservadores quieren verle disuelto.
Y es que Unasur nació como un proyecto progresista impulsado por el fallecido expresidente venezolano Hugo Chávez y apuntalado por otros líderes regionales como el exmandatario argentino, también fallecido Néstor Kirchner, el brasileño Luiz Inácio Lula da Silva, el ecuatoriano Correa y al aún gobernante de Bolivia, Evo Morales.
La postura indiferente de Moreno frente a Unasur, también es catalogada como una traición al pensamiento progresista que a la sazón pregonaba el actual mandatario ecuatoriano, según opinó en entrevista con Efe el exlegislador Virgilio Hernández.
“Hay un giro total del Gobierno de Moreno a la línea por la que fue elegido” y ese viraje se nota también en la política exterior, agregó Hernández quien incluso intuye un eventual desapego del actual gobernante a posturas tradicionales de Ecuador en materia de política internacional.
La posición crítica de Moreno en torno a la legitimidad del Gobierno de Venezuela, así como su contrariedad ante la situación de Julián Assange, asilado por seis años en la Embajada de Ecuador en Londres, demuestran -a juicio de Hernández- ese viraje a la derecha del actual mandatario ecuatoriano.
Para él, Moreno ha dejado de lado la corriente progresista y ha apostado por aceptar sin condiciones las directrices de Washington.
Por ello, Hernández considera que el Gobierno de Ecuador ha pasado de tener una visión integracionista a defender, con Moreno, intereses de grupos poderosos del continente.
Fuente: EFE