Para Miguel, las horas pasan sin detenerse. Se mantiene en aquella esquina removiendo la tierra que sacó de las profundidades del río Guaire. Su anhelo es conseguir alguna pieza de valor.
Escarba en la tierra, compactada con excrementos y desperdicios. Su mirada es dispersa, pero su rostro, sus brazos y piernas no pueden ocultar su lucha por su supervivencia en medio de una disputa por el oro.
Muestra un gesto de dolencia y cojea de una pierna, hilos de sangre van cayendo en las putrefactas aguas y en la orilla del caudal.
Sin miramientos cuenta como se defendió en una pelea con otro minero del Guaire. Narra que para evitar que le quitaran un anillo de oro, que había conseguido, se enfrentó a cuchillos y a pesar de que terminó con una herida abierta en la pierna, ganó la contienda. “Él quedó peor que yo, le di una pela“, manifestó.
Miguel es de un poblado de Oriente. Cuando tenía 13 años se vino a la capital escapando de problemas con delincuentes. Su junta con algunos jóvenes lo llevaron a explorar las aguas del río Guaire buscando metales preciosos. Ya tiene 15 años y con ello seis marcas de arma blanca que recibió peleando por el oro.
En la faena conoció a otro joven como él, llamado Daniel. Este muchacho de 17 años, también ha peleado por el oro, casi costándole su vida. Narra que en una de las contiendas, lo atacaron con un cuchillo y le perforaron el pulmón. “De vainita no me matan“, dijo.
Proviene de Maturín, estado Monagas, pero también cuenta con familiares en Caracas. Vive en la zona alta de Petare. “Una vez vine de lacreo con varios compas para ver cómo era lo de buscar oro en el Guaire y termine quedándome”, relató.
La ley es para todos
Entre los mineros del Guaire existen códigos que no deben romper. Cada uno los conoce y saben que si los sobrepasan les costaría su vida o les darían una lección que nunca olvidarían.
Marco, quien lleva alrededor de 10 años ingresando al río Guaire, específicamente a la altura de Caño Amarillo, uno de los puntos que mayormente es usado por los mineros y a donde acuden alrededor de 50, contó cómo se sorprendió cuando hace un mes no le permitieron hurgar en estas aguas, debido a que había ocurrido un asesinato.
La víctima de este hecho no fue identificada, pero contaron que intentó apoderarse de la tierra, recogida por otro minero, donde había una pieza de oro.
El otro minero en medio de una pelea con la víctima lo atacó con un cuchillo en el cuello y le causó la muerte. Marco narra que este hecho ocurrió debido a que se rompió el código de no tocar la tierra de otro. “Si yo tengo una tierra allí, tú no me la puedes tocar y si tú tienes una tierra allí, yo no te la puedo tocar“, relata.
Después de este crimen, estas aguas de Caño Amarillo lucen solitarias. Por un tiempo les prohibieron a los mineros ingresar al caudal y hasta los amenazaron de muerte.
Otro de los códigos que recuerda Marco es no ingresar a la zona a la cual no perteneces. “Un minero intentó meterse al Guaire en Caño Amarillo, esa no era su zona, y lo pelaron a batazos”, contó.
¿Por qué pelear por el oro?
Usando shorts, algunos sin camisa, con cholas desgastadas por la suciedad o con sus pies descalzos se introducen en estas aguas putrefactas. En grupos, en parejas o en solitario.
Llevan un envase de plástico guindado en sus cuellos o situado en su cintura, donde guardan el metal de valor, ya sea oro, plata, cobre, bronce. En otros casos llevan tobos grandes o sacos, donde recolectan la tierra, que se concentra en el fondo del Guaire, que luego es hurgada por los mineros
Con un cepillo van separando de la tierra, compactada con excremento y desperdicios, lo que no les interesa hasta conseguir algún metal que les genere ganancias.
Los mineros del Guaire cuentan que el valor de la pieza de oro y de la plata se establece por el quilate. “El oro de 18, el gramo lo están pagando en Bs.S 20 mil, y dependiendo de la pieza pueden llegar a pagar Bs.S 60 mil”, revela Marco.
Detalla que estas piezas de oro y de plata son vendidas en lugares de empeño, que principalmente están ubicados en el centro de Caracas. También los dueños de estos negocios, en algunos casos, llegan hasta el sitio, donde recolectaron el oro del río Guaire, pesan los fragmentos y entregan el dinero a cambio.”Mi gran día fue cuando conseguí una esclava de oro y me la pagaron por Bs.S 60 mil, pero también hay días que no consigues nada”, dijo.
“Curado de por vida”
A pesar de las enfermedades que les pueden causar estar en este extenso sumidero pueden pasar horas en estas aguas.
Marco, a quien se le observa algunas llagas y heridas, dice que la primera vez que se metió al río Guaire se enfermó con fiebre amarilla. “Estuve en cama por esa fiebre, pero después generé anticuerpos, ahora estoy curado de por vida. Por ejemplo, cuando tengo heridas con el agua del Guaire se me secan rápido.
Fuente: El Cooperante