El apagón que colapsó el país causó estragos que acelerarán el desplome de su producción petrolera, confrontada a un embargo de Estados Unidos que significará la pérdida de su principal mercado, estiman analistas.
El horizonte ya era sombrío antes del masivo corte de energía del 7 de marzo, con el bombeo en caída libre y la petrolera estatal PDVSA en default y expulsada de los mercados financieros por sanciones estadounidenses. La emergencia comenzó a solucionarse el lunes.
La Agencia Internacional de Energía (AIE) advirtió este viernes en París que la pérdida de barriles por el apagón podría afectar el suministro del mercado y que sería necesario acudir a las capacidades suplementarias de Arabia Saudita.
A ello se suma que desde el 28 de abril ciudadanos y empresas estadounidenses tendrán prohibido negociar crudo venezolano, fuente de 96% de los ingresos del país con las mayores reservas del oro negro.
Aunque esas ventas están en franco declive, sería una estocada de Washington para estrangular económicamente al gobierno de Nicolás Maduro, pues representan 75% del flujo de caja de PDVSA.
Las entregas a Estados Unidos cayeron de 1,3 millones de barriles diarios en enero de 2011 a solo 100.000 en la primera quincena de marzo, según la Agencia de Energía de ese país.
Maduro sostiene que las sanciones de la Casa Blanca, con la que rompió relaciones diplomáticas, le han costado a Venezuela unos 30.000 millones de dólares.
La reciente parálisis impactó con dureza a la debilitada industria. “No salió ni un barril durante los días de apagón (…). Esta situación es solo el inicio de un ciclo mayor de deterioro”, comentó a la AFP el experto petrolero Luis Oliveros.
La producción de crudo de Venezuela volvió a caer en febrero pasado, ubicándose en poco más de un millón de barriles diarios, 142.000 menos que la media de enero, según fuentes secundarias de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP)
AFP