El oficialismo busca dejar atrás la polémica por el arribo del avión venezolano-iraní, pero el caso está lejos de encontrar su punto final y en las últimas horas sumó las voces de múltiples actores, desde el presidente Alberto Fernández hasta las Embajadas de Israel y Estados Unidos.
Quedaron claras las diferencias: mientras las sedes diplomáticas de ambos países se expidieron sobre el tema y mostraron su preocupación en el caso, Fernández buscó bajarle el precio y cuestionó a la oposición. ”Lo que pasó no puede ser leído por fuera del mapa geopolítico. Al menos no de momento”, dijo a este diario una fuente que conoce de cerca el tema. La referencia no es casual. Según pudo reconstruir La Nación, la información recibida por la Agencia Federal de Inteligencia (AFI) desde las dos sedes que tiene el organismo en Paraguay el lunes 6 de junio no fue el único intercambio que la central de inteligencia argentina tuvo con agencias extranjeras durante las últimas dos semanas.
La CIA y el Mossad también tuvieron intercambios formales con la AFI durante la semana en que ocurrió el incidente. ”Fue después del incidente y del escándalo, no antes”, especificó a este medio una fuente, y agregó: “[la CIA y la Mossad] Fueron a preguntar qué novedades había. Es lógico que lo hicieran, más allá de que supieran todo y más aún, por fuentes propias, pero se estila ir a preguntar, cuando el evento está bajo control nacional. Fue más bien una visita protocolar”.
Este medio reconstruyó que el acercamiento de las dos agencias extranjeras fue a los fines de cotejar la información y a generar un posible intercambio. Quizás porque los mensajes previos vía Paraguay no habían tenido demasiado efecto. De hecho, para cuando se produjo esa comunicación oficial con la AFI, ambas agencias habían operado extraoficialmente para hacer saber que estaban siguiendo el recorrido del avión. No obstante, más allá de las comunicaciones formales, hay líneas contrapuestas, particularmente sobre los posibles vínculos del piloto del Boeing 747 Ghasemi Gholamreza con la Fuerza Quds.
El ministro de Inteligencia de Paraguay, Esteban Aquino, afirma que existe una vinculación con el grupo que es un brazo de la Guardia Revolucionaria Iraní. Cuando dijo eso en declaraciones públicas no se lo atribuyó a las tareas de la central de inteligencia que él conduce sino que dijo basarse en la información que le brindaron agencias aliadas. Paraguay mantiene una sintonía fina con Estados Unidos y sus agencias, una relación abonada por años de preocupación compartida por la Triple Frontera.
En el gobierno argentino sostienen lo contrario. Resaltan que no se detectaron irregularidades ni elementos delictivos entre la tripulación del avión y rechazan de plano que puedan existir vínculos con la Fuerza Quds. “La verdad es que quisieron mostrar algo que no es… alguna cosa oscura, algún movimiento del Gobierno, que actuó rápidamente y lo han dicho absolutamente todos. No hace falta que nadie más lo diga”, sostuvo el Presidente ayer por la mañana en declaraciones a Radio 10.
En el gobierno, sin embargo, no hay una visión compartida sobre temas de calibre geopolítico. Las diferencias existen entre los distintos organismos del Estado. Como informó La Nación el miércoles pasado, mientras el interventor de la AFI Agustín Rossi descartaba la existencia de una amenaza terrorista y buscaba dar por finalizado el episodio, las fuerzas que llevaron adelante el operativo táctico sobre el avión sostenían una teoría diferente: que los tripulantes del avión podrían estar llevando adelante una operación de inteligencia, posiblemente con fines comerciales, no necesariamente terroristas.
Más detalles del caso que también sigue la CIA
La causa judicial que avanza en los tribunales federales de Lomas de Zamora, bajo la órbita del tándem del juez Federico Villena y la fiscal Cecilia Incardona, todavía está en la instancia de averiguación de delito -en la que no hay imputados-, pero la principal hipótesis también es la del espionaje.
En el comunicado emitido por la Embajada de Israel el jueves pasado se sostiene: “Esta aeronave, que hasta hace poco tiempo era utilizada por la empresa iraní Mahan Air, aterrizó en Argentina llevando a bordo a un grupo de funcionarios iraníes, entre los que se encontraba un alto ejecutivo de la empresa aérea persa Qeshm Fars Air”.
Apenas dos horas después, en una línea similar, fue la propia Embajada estadounidense en Buenos Aires la que se expidió sobre el tema. “Seguimos con gran interés las investigaciones judiciales y policiales de la tripulación y el avión, y agradecemos los esfuerzos investigativos de las autoridades argentinas para esclarecer la situación”, dijo el titular de la sede diplomática, Marc Stanley.
Desde Washington, Estados Unidos se mostraba en conocimiento del tema, aunque evitaban dar mayores precisiones. Pareció una acción coordinada destinada a no dejar que el tema sucumbiera en manos del gobierno argentino. Si bien el nombre del iraní Gholamreza coincide con el de un integrante de la Guardia Revolucionaria de Irán, la información que recibió la Justicia hasta el momento no corrobora que se trate de la misma persona. A través de la Cancillería se le pidió información al FBI, que todavía no respondió. De su respuesta quedarán claras dos cosas. En primer lugar, la información precisa acerca de la identidad del piloto iraní. Y en segundo lugar, la línea política que adopte Estados Unidos en términos de su relación con Venezuela y con Irán.
Rossi le presentó informes de forma verbal -no escrita- al Presidente, que hasta ayer a la mañana no se había referido públicamente al tema. En lugar de aludir a los detalles que hasta ahora acumuló la Justicia, Alberto Fernández dijo que la oposición quiso mostrar algo que no es. Hasta entonces, el interventor de la AFI Agustín Rossi y el ministro de Seguridad, Aníbal Fernández, eran quienes hablaban públicamente del tema, igual que la portavoz de la Presidencia, Gabriela Cerruti, quien lo calificó como “una novela periodística”.
El origen del avión
¿El avión operó para la FuerzaQuds? La Justicia tiene confirmado que operó para la compañía iraní Mahan Air, que para el gobierno de Estados Unidos funciona como brazo operativo de la Fuerza Quds, que figura en su listado de organizaciones terroristas. Ese avión fue comprado por el estado venezolano a través de Emtrasur, filial de carga de la aerolínea estatal Conviasa, también alcanzada por las sanciones estadounidenses, desde febrero de 2020. Si bien la aeronave fue vendida por Irán a Venezuela, los tribunales argentinos no conocen todavía los pormenores de la operación, dijeron a La Nación fuentes judiciales. Se trata de otro de los puntos sobre los que la justicia deberá avanzar. No es el único. En el avión viajaban 19 personas, que por estas horas tienen prohibición de salida del país y cuyos pasaportes fueron retenidos.
Si bien la Justicia no los puede indagar, en tanto no tenga una acusación formal, uno de ellos denunció penalmente a la Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA) por haberlos entrevistado. “Se nos entrevistó personalmente a cada tripulante, situación por demás llamativa. Allí se nos indagó sobre quiénes éramos, por qué éramos tantos, el cargo y la función de cada uno, lugar donde nos alojamos, etc. Nunca nos había sucedido con anterioridad”, describió Gómez en la denuncia que ahora está en manos del juez Federico Villena.
El tripulante venezolano también cuestionó el ingreso de la fuerza de seguridad al avión. Dijo que eran unas 60 personas, con perros antidrogas y antiexplosivos, y que actuaron sin advertir a la autoridad judicial. La AFI estaba técnicamente acéfala el lunes 6, antes de que el Boeing 747 aterrizara en la Argentina. El recambio de autoridades en la central de inteligencia y la salida de Sergio Urribarri de la Embajada de Israel habilitaron el ofrecimiento por parte del presidente a la exinterventora Cristina Caamaño para hacerse cargo de la sede diplomática argentina en ese país. En simultáneo, la llegada del avión venezolano iraní y los operativos en torno al episodio le dieron visibilidad al titular de la Policía de Seguridad Aeroporturaria (PSA) José Glinski, que también sonó como otro posible candidato para ser embajador en Israel. “El problema, o más bien uno de los problemas, es que aquí a veces el pez chico se come al pez grande. Los intereses de personajes secundarios ‘contaminan la escena del crimen’”, opinó una voz especializada en el mundo de los servicios de inteligencia.
Con información de GDA