El deterioro y caos del Sistema Metro de Caracas alcanzó un nuevo nivel luego de la pelea con cuchillo que se originó el pasado 13 de agosto en la estación Miranda, cuando dos vendedores ambulantes se enfrentaron, aparentemente, por el control de las ventas de mercancía en el vagón.
La reyerta terminó con un hombre muerto, identificado como Juan Alberto Escalona Mora (43), dos implicados en fuga y un detenido.
«Horrible lo que pasamos hace poco en el Metro de Caracas. Dos tipos se agarraron a cuchillazos frente a nosotros y todos los pasajeros y al perdedor lo agarraron a cuchillazos horrible entre varios en la estación Miranda. Urgente, por favor, pongan seguridad en el Metro», manifestó en Twitter uno de los pasajeros del tren sobre el altercado.
Una semana después, el 2o de agosto, el Ministerio de Interior, Justicia y Paz anunció un operativo de seguridad que fue el disparador para que 87 vendedores ambulantes que frecuentaban el sistema, fueran desalojados de los trenes.
Endes Paz, viceministro de Prevención, Seguridad Ciudadana y Cuadrantes de Paz habló de un plan integrado por mil funcionarios de distintos cuerpos policiales desplegados a lo largo de las casi 50 estaciones del sistema.
Desde entonces, las calles y camionetas de transporte público superficial, principalmente en el centro de Caracas, se abarrotan más con los cientos de vendedores ambulantes a los que les urge continuar con su faena diaria dentro o fuera de las estaciones del Metro ante la carencia de opciones de empleo e ingresos fijos.
Este jueves 1 de septiembre, Nicolás Maduro presentó «el Plan Metro se mueve contigo» con el cual se planteó como meta mejorar la operatividad del sistema de transporte por donde pasan diariamente 2,8 millones de personas.
Sobre los vendedores informales que durante años han transitado diariamente por los trenes, Maduro dijo que deben ser reubicados en centros o mercados como en La Hoyada y en Petare, o en plazas y bulevares cercanos al sistema. «Se debe hablar con ellos para recordarles que están infringiendo las normas, sin represión».
Más temprano, ese día, el ministro de Relaciones Interiores, Justicia y Paz, almirante en jefe Remigio Ceballos, informó en Twitter sobre la detención de 58 personas, dentro del metro, por incurrir en delitos.
«Me cuesta llegar a cinco dólares»
Desde finales de agosto, lo que antes era un vaivén de ofertas de diversos tipos de productos vociferados a lo largo de los pasillos de los vagones, se redujo drásticamente a unos cuantos vendedores, religiosos y pedigüeños osados que se arriesgan, pese a la presencia policial a la que sortean cuando pueden, con tal de «vender algo al día».
«Si nos agarran los funcionarios nos quitan la mercancía y los reales. Algunos hasta te pueden agredir», relata uno de los vendedores consultados para esta nota.
Otros, cuentan cómo el suceso de sangre ocurrido en la estación Miranda los ha estigmatizado. «Son muchas las personas que nos tildan a todos de delincuentes y la mayoría estamos necesitados y somos padres de familia».
Francisco, un buhonero del Metro desde el 2014, es padre de dos adolescentes y estudiante del último semestre de Administración Bancaria y Financiera en un instituto en Caracas. Antes de vender en el Metro trabajaba en el Instituto Autónomo de Seguridad Ciudadana y Transporte (Insetra), pero con la crisis en el 2014 renunció y comenzó a vender «potecitos con agua» en la línea 3, que no tenía aire acondicionado.
Ni de Francisco ni de los otros que aportaron sus testimonios fue posible tener fotografías. El temor a la represión los marca.
Aunque asegura que «en el Metro vende el que quiere», Francisco habló con los vendedores más antiguos, después de unas semanas de empezar, para poder formalizar su mercadeo subterráneo. Así evitó repetir la venta de los mismos productos y ocasionar problemas entre los vendedores.
«Antes de lo ocurrido en la estación Miranda podía hacer hasta $15 al día, pero con el operativo y los policías me cuesta llegas a $5. Y si estás empezando y te agarran, te quitan la mercancía y quedas en cero. No nos dejan trabajar y no nos dan soluciones», destaca Francisco.
En la superficie la batalla es otra. Un vendedor de la avenida Francisco Miranda, a la altura de Chacao, explica que «muchos de los vendedores que estaban en el Metro no permitían a los de la superficie entrar en el negocio», por lo que ahora, muchos de los que están en las calles y avenidas, principalmente en las que circundan las estaciones del este de la ciudad, «corren a los que estaban en el Metro».
Alí Poveda, integrante de la junta directiva de la Asociación de Trabajadores, Emprendedores y Microempresarios (Atraem) calcula que entre siete y ocho millones de personas, el 60% de la población laboralmente activa, trabaja en la informalidad. Además, existe un «fenómeno ambivalente» que hace que parte de ese contingente sea, al mismo tiempo, empleados del Estado.
Sobre las ventas dentro del subterráneo, dice que ese mercadeo no debería existir pero también es una realidad la necesidad de la gente.
«¿Cómo combinar los dos propósitos, que la gente se procure un ingreso por su trabajo y no por el delito, y al mismo tiempo se le facilite contacto con las vías por donde se desplace la población? Habría que ver la creación de algunas zonas especiales, pero no demasiado separadas de las vías transitadas por la población», dijo Poveda citado por Descifrado.
Otra dificultad que enfrentan los vendedores de la superficie es «la vigilancia policial que no nos deja trabajar».
Stevens, un vendedor de caramelos en Chacao, empezó hace un año junto a su esposa a vender dentro de las unidades de transporte. Ambos son padre de un niño de dos años y trabajan de lunes a viernes, desde las 7:00 am hasta las 6:00 pm, para montar su propia venta de comida.
«A veces me toca correr fuerte para escapar de los policías, porque me quieren quitar la mercancía, aunque no todos son así. Algunos hasta te advierten para no quitarte lo tuyo, pero muchas veces me ha tocado meterme en centros comerciales y esperar ahí un rato hasta que pueda volver a salir a trabajar», comenta Stevens.
Asegura que no todos los vendedores son delincuentes, la mayoría es gente a la que el sueldo mínimo no le alcanza y necesita resolver.
Limpieza industrial
Para Ricardo Sansone, excoordinador general de Familia Metro por 20 años e inspector de Operaciones, señala que «es urgente para solucionar los problemas del Metro de Caracas volver a una gerencia técnica, esa que estaba dedicada a mantener los altos estándares de calidad en operación comercial y de mantenimiento. Todo eso se abandonó, por un programa anual de manteniendo de trenes e infraestructura y se pasó a un sistema de manteniendo reactivo, es decir, solo lo utilizaban cuando se presentaban las fallas».
«Hasta antes de la llegada de la pandemia nuestros cálculos cifraban en más de 2.300 millones de dólares la inversión en equipos y en infraestructura. Porque, además de reparar trenes, están las escaleras mecánicas, aire acondicionado de las estaciones, ventilación mayor y la electrificación de vías, también actualizar el sistema de pilotaje automático», detalla Sansone.
Asimismo, resalta que «la gerencia actual del Metro no está dedicada a mantener unos altos estándares de operación comercial. Está arropada, primero por los grandes problemas físicos del sistema (infraestructura y trenes ), el hecho de que no hay dinero para reparar y tampoco hay repuestos. Además de lo difícil que es para el metro comprarlos, porque a todo el mundo le debe dinero afuera».
Con relación a la limpieza, Sansone resalta que esta tiene que ser de tipo industrial como se hacía antes, que eran equipos de trabajo en la noche y en el día se mantenían la limpieza de las estaciones. Actualmente quienes limpian las estaciones son empleados de la Alcaldía de Caracas o de programas sociales.
«No se puede poner a persona a limpiar un espacio de cinco mil metros cuadrados con una escoba y una palita. En cambio, lo ideal sería poner un buen sistema con supervisiones y buenos equipos».
«Yo estuve en el Sistema Metro desde antes de su inauguración. Estaba entre las obras más icónicas de Venezuela, junto a PDVSA y la Electricidad del Caroní. Ganó muchas veces premios por limpieza, cumplimiento y seguridad. Duele ver cómo la obra del ingeniero José González Lander fue destruida», concluye Sansone.
Con información de Tal Cual