Después de años de dificultades, panaderías y pastelerías de larga data de la capital venezolana, Caracas, están produciendo una mayor cantidad de panes y postres, en la última señal del leve repunte de la economía del país sudamericano, que además está recuperando los ingresos de varias pequeñas empresas familiares.
Antiguas panaderías y pastelerías de las principales ciudades de Venezuela, que hace casi dos años mostraban pocas variedades de productos por las restricciones en el acceso a la materia prima, ahora presentan “una mayor oferta”.
Baguettes y diferentes panes de estilo europeo llenan las panaderías y pastelerías, mientras un aumento en las frutas disponibles, escasas durante lo peor de la crisis de Venezuela, ha hecho que tartas y pasteles multicolores brillen en las neveras y vitrinas, rodeados de otros postres.
La recuperación de las panaderías y pastelerías, negocios tradicionales que estuvieron entre los más afectados por el colapso económico del país y la hiperinflación que llevó a los consumidores a reducir algunos gastos, es otro indicio de un incipiente crecimiento económico.
En 2019, y en medio de una caída de ingresos petroleros, el régimen Nicolás Maduro flexibilizó los controles permitiendo una dolarización de facto que dio algo de oxígeno al comercio, la manufactura y los servicios, pero que aún no ha sido suficiente para una recuperación total, según analistas.
Bajo la dolarización, las empresas intentan protegerse de los vaivenes de la moneda local y pueden adquirir en el exterior insumos, como la harina de trigo, con menos obstáculos.
Si bien los negocios no alcanzan la producción de hace una década, Andrés Kerese y su familia, dueños de una de las cadenas de panaderías y pastelerías más antiguas de Caracas, están aprovechando la oportunidad de las mayores transacciones en divisas luego de años de crisis económica.
La producción “se redujo y ahora creció un poquito. Clientes que dejaron de venir o hacer pedidos están retornando”, dijo Kerese en la terraza del local que ha sido ampliada y donde además de dulces y panes, se ofrecen almuerzos. “La necesidad hace que te bandees (ingeniárselas), porque tienes que responder por más de 200 trabajadores”, agregó.
Por años, el procesamiento y la distribución de la harina de trigo estuvo bajo control estatal y su despacho era intermitente, lo que llevó a las panaderías a bajar la producción y los venezolanos adquirían el pan con restricciones.
Con información de Reuters