“Estamos todos ilusionados. Medio a morir, lo vivimos con mucha ansiedad, en familia, y sabemos que mañana salimos campeón seguro”, la ciudadana Silvina, una de las tantas rosarinas que decidieron acudir este sábado a los pies del Monumento a la Bandera, el habitual lugar de celebraciones de la ciudad, para animar a la selección en la víspera de la final ante Francia.
Al son de una animosa murga y bajo una gigante y ondeante camiseta de ‘la Pulga’ que presidió el festejo, Silvina se refiere la posibilidad de que este sea el último Mundial de Messi: “Esperemos que no”, afirma rodeada de su marido Cristian -“salimos campeones sí o sí”, dice él-, de sus hijos y de una enorme bandera de Argentina, y subraya cómo la Albiceleste es, en este momento, la única que da alegrías a Argentina.
“A lo mejor lo vuelve a pensar… a lo mejor (juega) otro, otro, puede ser”, cuenta por su parte Claudia, otra de las más animadas asistentes a la fiesta, también en familia, y aquí no se anda con rodeos: “Amamos a Messi… Messi, Messi, Messi, Messi”, repite, y añade: “Ganamos.. y si no ganamos igual. Felices por lo que dieron, felices por la selección, los amamos. No importa primer puesto… segundo”.
A 300 kilómetros de Buenos Aires, a orillas del río Paraná y con alrededor de un millón de vecinos, Rosario es la tercera ciudad más grande de Argentina, y, para muchos, capital del fútbol nacional: de allí son no solo ‘La Pulga’ y ‘El Fideo’, sino también Ángel Correa, mientras que vio crecer como jugador al arquero Franco Armani, nacido en Casilda, a solo 60 kilómetros, claro sin olvidar que, a una media hora en auto está Pujato, el pequeño pueblo del seleccionador, Lionel Scaloni.
Pero Rosario también fue cuna -solo como ejemplo- de infinidad de históricos como Marcelo Bielsa, Gerardo ‘Tata’ Martino y César Luis Menotti, y cantera de figuras que nacieron muy cerca o en otras localidades de la provincia de Santa Fe, como Javier Mascherano, Jorge Valdano, Jorge Sampaoli y Gabriel ‘Batigol’ Batistuta, al que, en Qatar 2022, Messi superó como máximo goleador de la Albiceleste en mundiales.
A solo unos metros del Monumento a la Bandera, el Bar VIP emerge como uno de los puntos con marca ‘Messi’ de la ciudad. El restaurante de la familia del astro: “Estamos en el Bar de Messi. El bar es municipal y se alquilan las concesiones y hace casi 12 años que lo tiene la familia Messi”, cuenta Pablo Jiménez, empleado del establecimiento y aunque estos días no faltan banderines y globos albicelestes, y hay una enorme foto del ’10’ en el salón del restaurante, el bar no pretende ser un museo ni nada parecido, pero no son pocos los que llegan atraídos por el apellido de sus gerentes.
“Suele estar la familia, los hermanos, cumplen un rol operativo, no dejan de ser los dueños de la concesión. Tenemos visita de ellos a menudo… Matías y Rodrigo, la madre… (…) Son gente muy buena con nosotros, con el bar, se preocupan mucho por todos”, señala Pablo, que adelanta que el domingo se prevé que el bar sea “un caos de gente, un caos lindo, de festejo, de alegría”.
“Messi es una figura para nosotros, hermano. Así como lo fue Diego (Maradona), también se respira eso por Messi, aparte de todo el equipo. Es un equipo, una selección”, remarca, para advertir: “Vamos, Argentina, carajo, que esta final es nuestra”.
Mientras en Buenos Aires el Boca-River es el clásico soñado, la Rosario del también emblemático y futbolero humorista gráfico Roberto Fontanarrosa (1944-2007) se divide entre los ‘canallas’ de Rosario Central -donde comenzó su carrera Di María- y los ‘leprosos’ de Newell’s Old Boys, en cuyas divisiones inferiores empezó Messi y donde el mismísimo Diego Maradona jugó en el ocaso de su carrera.
Las calles de toda la ciudad llevan semanas teñidas de celeste y blanco. Y partido a partido de este Mundial de Qatar, multitud de hinchas se han congregado en casas, bares o ante pantallas gigantes dispuestas en la ciudad, sin olvidar el ambiente que se vive en La Bajada, el sector del humilde Barrio Las Heras, en cuyas calles Messi se crio y empezó a dar patadas a la pelota hace un cuarto de siglo.
Con información de El Carabobeño