Maracay. “Encrucijada de mil caminos”, “cuna de la aviación”, “cantera de toreros”, “ciudad industrial” o “ciudad jardín de Venezuela”. Todo esto es Maracay, una ciudad adolescente que este 5 de marzo apenas cumple 322 años.
¿Pero qué es Maracay actualmente? ¿Han perdido vigencia los distintos calificativos que ha recibido la ciudad desde su fundación como parroquia eclesiástica? Una ciudad no es solo una estructura física y urbana, también es una comunidad humana. Ambos, la urbe y su gente, conforman y crean un patrimonio, que en el caso de Maracay, le urge ser reconocido y rescatado.
Así lo entienden arquitectos como Luis Gómez, presidente del Colegio de Arquitectos del estado Aragua, para quien la “dolencia principal de la ciudad es su patrimonio arquitectónico y el intangible”.
Y hablar del patrimonio en Maracay obliga necesariamente a conocerlo y transmitirlo a las nuevas generaciones.
“La agresión al patrimonio de los maracayeros no es única, ni ocasional, ni tampoco aislada. Ocurre bien por comisión u omisión, con más frecuencia de lo que tenemos consciencia y tal vez constituya el caldo de cultivo para la progresiva destrucción de nuestros bienes”, refiere el ingeniero Pedro Elías Hernández Sabatino, con maestría en Museología.
El desarrollo y crecimiento urbano que se profundizó durante la dictadura de Juan Vicente Gómez, le dejó a Maracay un sinfín de obras de arquitectura, muchas declaradas patrimonio de la Nación, que desde hace años exhiben la indolencia gubernamental y también la indiferencia ciudadana.
En Maracay no se puede hablar de patrimonio, si no se menciona, por ejemplo, a la maestranza César Girón, una de las tantas obras de arquitectura diseñadas por Carlos Raúl Villanueva, patrimonio de la Nación y en la que recién se comenzaron unos trabajos de restauración después de años de vandalismo y abandono oficial.
“La restauración de monumentos implica la preservación de las características originales de la obra. En el caso de la maestranza, de no cumplirse con estas exigencias, la declaratoria de patrimonio puede ser revertida”, advierte Gómez.
El Colegio de Arquitectos en Aragua ve con preocupación algunas de las intervenciones que se han hecho, pues no parecen ser efectivas o no están acordes con su valor e idiosincrasia. Un ejemplo de ello es la plaza Bicentenaria, donde se hizo una remodelación radical en la que sus viejos jardines, por ejemplo, desaparecieron y se perdió esa conexión de la gente con la ciudad.
Al igual que la restauración del Teatro Ateneo, patrimonio arquitectónico y cultural de la Nación, que desde 2013 ha sido objeto de varias intervenciones, todavía inconclusas.
De acuerdo con el registro realizado por el concejal de Girardot José Nessi, quien presidió la Comisión de Patrimonio Histórico de la Cámara Municipal de Girardot durante 2022, la ciudad cuenta con 207 bienes patrimoniales históricos que incluyen edificaciones religiosas como la Catedral de Maracay o el Santuario de la Madre María de San José, edificaciones educativas como la UCV núcleo Aragua o las escuelas Felipe Guevara Rojas, el Grupo Escolar República de México o el Liceo Agustín Codazzi.
Entre estos bienes destacan también obras como La Quinta La Macarena, el Hotel Jardín o el Hotel Maracay, el antiguo edificio de Malariología, el edificio de la Alcaldía de Maracay diseñado por el arquitecto Fruto Vivas, la Plaza Bolívar, inspirada en los jardines del Palacio de Versalles de París, Francia, y la más grande de Venezuela y Latinoamérica, el Parque Metropolitano, hoy privatizado, el Zoológico Las Delicias o el deteriorado y olvidado Museo de Antropología, objeto de una restauración inconclusa.
Es necesario supervisar cada una de estas obras y edificaciones con el propósito de fortalecer el resguardo patrimonial de la ciudad”, refiere el concejal Nessi.
Esta responsabilidad es principalmente gubernamental. Pero también de los maracayeros.
“Si no conocemos lo que tenemos, no podemos amarlo y cuidarlo. De allí que los maracayeros deben conocer lo que tiene la ciudad, cuál es su patrimonio”, dice Gómez.
Para Hernández Sabatino, cuando el ciudadano no conoce el patrimonio que le identifica como miembro de una comunidad, no puede vivirlo, transmitirlo y mucho menos protegerlo.
Se muere el patrimonio vegetal
Se le conocía como “Sabana de Paja” y era paso obligado para quienes viajaban en mulas a las costas de Choroní. En 1916 un botánico le sugirió a Juan Vicente Gómez que sembrara el camino de árboles y la temperatura bajaría dos o tres grados.
Ese año se inició la siembra masiva de árboles y se pavimentó el camino con una isla en el medio. Así nació la avenida Las Delicias de Maracay.
El Instituto de Patrimonio Cultural registra en su Catálogo del patrimonio cultural venezolano 2004-2007 del estado Aragua, “que la avenida arbolada surge a partir de este pequeño sendero y es probablemente la vía más emblemática y apreciada de la ciudad”.
La avenida Las Delicias consta de 4,8 kilómetros de sur a norte, en la que se sembraron almendrones, apamates, araguaneyes, caobas, caro caros, castañas, cedro, cotoperices y flamboyanes, entre otras especies de árboles.
Esta arteria vial ha logrado que Maracay lleve con orgullo el nombre de Ciudad Jardín. Pero de ese jardín, está quedando poco.
50 % de la vegetación de la ciudad se ha perdido y no ha habido planes de reforestación y arborización perdurables y exitosos”, refiere el arquitecto Gómez.
Pocas décadas atrás, calles, parques y plazas estaban sombreadas por apamates, araguaneyes o samanes. Pero la ciudad está enferma y seca por el abandono. Ni qué decir de la devastación que sufre el principal pulmón vegetal de la ciudad: el parque nacional Henri Pittier, que solo en lo que va de 2023 ha perdido más de 120 hectáreas bajo el fuego y que se suman a las 2600 arrasadas por las llamas en 2022.
De allí que urbanistas como Loraine Giraurd proponen el rescate del espacio público de la ciudad y su regeneración urbana, sobre la base de la nueva tendencia de la sostenibilidad.
Es imperiosa la recuperación de los espacios públicos -plantea Giraurd- con corredores de cara a la diversidad urbana y al cambio climático, medidas de prevención hacia el sur de Maracay y un compromiso político que vaya de la mano de la presión ciudadana.
“Algún gobernante inteligente y sensible debe rescatar el calificativo de ‘Ciudad Jardín’ mediante un plan bien estructurado de reforestación de espacios urbanos. Maracay es rescatable, porque una ciudad con esas montañas al norte y ese lago al sur; con esos verdes en invierno y esa explosión de colores en verano, es sin duda una ciudad privilegiada que ni sus habitantes ni sus gobernantes hemos sabido apreciar en su justo valor”, refrenda Pedro Hernández Sabatino.
Con información de Crónica Uno