El pasado 16 de marzo se cumplieron siete años desde que el presidente de la República, Nicolás Maduro, anunció la creación de los Comités Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP). ¿Se puede hacer un balance positivo de esta política de subsidio de alimentos?
Marianella Herrera, nutricionista, aseguró que a lo largo de estos siete años han detectado una gran inestabilidad en la entrega de los CLAP, así como también en los productos que ofrece.
En una entrevista que ofreció este lunes 17 de abril al programa Punto y Seguimos, que transmite Radio Fe y Alegría Noticias, Herrera aseguró que en un principio las cajas CLAP distribuían harina de maíz precocida, aceite, atún enlatado, frijoles, caraotas e incluso pollo; éste último alimento fue cuestionado en varios regiones del país, pues se dudaba sobre si cumplía la cadena de frío completa.
Ahora, según la encuesta del Observatorio Venezolano de Seguridad Alimentaria y Nutrición, las entregas de los CLAP podrían demorarse de seis a ocho semanas y el contenido en algunas ocasiones puede ser solo arroz y pasta.
“Si esto es así estamos en presencia de una dieta monótona, completamente desequilibrada e insuficiente, porque no tenemos la suficiencia ni de calorías ni de macro o micro-nutrientes que debería de tener una dieta saludable”, explicó la nutricionista.
Consecuencias del CLAP
Sobre las consecuencias de consumir esta dieta basada en carbohidratos, Herrera enfatizó que son muy negativas desde el punto de vista de la pérdida de masa muscular. En el caso de los niños y niñas menores de cinco años de edad se observa las formas edematosas de desnutrición aguda, como kwashiorkor y el marasmo.
Herrera también calificó a los CLAP como un “atentado contra las tradiciones culinarias venezolanas”.
Argumentó que en una investigación que realizaron en cuanto a lo antropológico y nutricional, observaron una pérdida del deseo y placer de comer lo tradicional venezolano.
“Preguntamos a las personas: si no tuvieras problemas económicos, ¿qué comerías? Entonces la gente dice ‘carne con arroz o pasta con pollo’, lo cual se aleja de una arepa tradicional rellena con carne mechada, o de un pabellón criollo, o de una cachapa con queso, e inclusive, en tiempos de Navidad, la gente ha perdido el deseo de comer hallaca porque no puede acceder a ello”, reveló la nutricionista.
Añadió que entonces “el daño” de los CLAP no solo se enmarca en lo biológico, sino también en lo social, antropológico y de identidad nacional, “con la pérdida de eso que nos identifica como nación y una de esas cosas es la culinaria venezolana”.
Con información de Radio Fe y Alegría