Virmania Cáceres, una profesora de escuela pública en Venezuela, relata su experiencia al comprar alimentos con su empobrecido salario. A pesar de trabajar en el sector educativo desde hace una década, recibe un sueldo que no supera los nueve dólares por 15 días de trabajo, lo que equivale a 18 dólares mensuales.
La inflación crónica del país ha afectado significativamente el poder adquisitivo de los ciudadanos, especialmente de aquellos que viven con un salario mínimo.
Cáceres muestra cómo es su rutina de compras en un mercado popular en Catia, un barrio pobre de Caracas. A pesar de conocer los “puntos” con los mejores precios, su lista de compras debe durar hasta la próxima quincena.
En una carnicería, compra picadillo de pollo, carne para mechar, queso duro y mortadela. En otra parada, adquiere huevos y gasta un total de 10,72 dólares.
Sin embargo, no puede permitirse comprar frutas, vegetales, víveres o productos de aseo personal o limpieza.
La situación económica en Venezuela es crítica y afecta a la calidad de vida de los ciudadanos, incluyendo a los profesores que trabajan en el sector público. La inflación crónica y la falta de un salario justo han generado una crisis humanitaria que afecta a millones de personas en el país.