La migración es un fenómeno histórico que ha existido desde siempre debido a guerras, crisis económicas y desastres naturales que obligan a las personas a huir de sus países de origen.
El artículo se enfoca en la estrategia policial de Estados Unidos para frenar la migración irregular en el tapón del Darién y en otras regiones de América Latina, que podría aumentar los riesgos de abusos y violación de derechos humanos de los migrantes.
A mediados de abril, los gobiernos de Estados Unidos, Colombia y Panamá anunciaron que lanzarán una campaña de dos meses con “esfuerzos policiales” para acabar con el tráfico de migrantes por la peligrosa selva del Darién y reducir el flujo migratorio irregular.
Esta estrategia se enfoca en los actores criminales transnacionales, los cárteles que mueven migrantes. Sin embargo, los activistas defensores de los derechos de los migrantes temen que esta estrategia aumente los riesgos de abusos y violación de derechos humanos de estos grupos.
Maureen Meyer, vicepresidenta para Programas de la Oficina en Washington para Asuntos Latinoamericanos (WOLA), dijo que la presencia mayor de elementos de seguridad sería bienvenida para investigar la gran cantidad de delitos en la zona, pero preocupa que muchas de esas políticas impidan el paso de personas, frenando en muchos casos su posibilidad de buscar protección en otro país.
Un informe binacional desarrollado por autoridades panameñas y colombianas en coordinación con la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur) ubicó más de 13 puntos donde hay riesgo de reclutamiento forzado, peligro por redes de trata de personas y tráfico ilegal, y presencia de grupos armados en las rutas que llevan desde diferentes regiones de Colombia hacia la peligrosa selva.
Aunque los Estados tienen derecho a ejercer jurisdicción en sus fronteras internacionales, también tienen la obligación de que la gobernanza en esas fronteras se base en los derechos humanos.
La campaña policial anunciada por Estados Unidos, Colombia y Panamá para acabar con el tráfico de migrantes por el Darién podría aumentar los riesgos de abusos y violación de derechos humanos de estos grupos vulnerables. Se necesita una solución más humana y centrada en los derechos humanos para abordar este problema complejo y urgente.