La localidad de Zulia se vio conmocionada por un trágico suceso que involucra una historia de violencia y confrontación. Nerio de Jesús Hernández González (38) perdió la vida a manos de la expareja de su esposa, generando una cadena de eventos que culminó en un enfrentamiento fatal con las autoridades. Este oscuro episodio pone en evidencia los peligros y las consecuencias devastadoras de la violencia interpersonal.
La fatalidad golpeó el sector Santa Lucía, parroquia Las Parcelas, municipio Mara, estado Zulia, el 16 de agosto. Nerio de Jesús Hernández González (38) perdió la vida en manos de Sotero Antonio Rojas (65), conocido como Soterito, quien fuera expareja de la mujer de la víctima. Este triste incidente deja una sombra de dolor en la comunidad y resalta la importancia de prevenir y abordar la violencia doméstica.
Según relatos de funcionarios del CICPC, el fatídico encuentro ocurrió mientras la víctima y su esposa transitaban por la mencionada dirección. En un acto abrupto y sin mediar palabras, Soterito desenfundó un arma de fuego y disparó contra Hernández. La violencia sin piedad segó la vida de un hombre en un acto que conmocionó a todos los presentes.
A pesar de ser llevado al ambulatorio urbano II del sector 4 Bocas, Nerio Hernández ingresó sin signos vitales, sellando trágicamente su destino. Las consecuencias devastadoras de la violencia quedaron marcadas en un escenario de desesperación y dolor para sus seres queridos, quienes enfrentan la irreparable pérdida de un familiar.
Las investigaciones que siguieron al trágico suceso revelaron un perturbador trasfondo de obsesión y control. Aunque Soterito estaba separado de la cónyuge de Nerio hacía cinco años, nunca aceptó el final de la relación. Su constante acoso y amenazas a la mujer y a sus hijos reflejan la toxicidad de una obsesión que desencadenó una tragedia.
El día del fatídico crimen, Soterito disparó contra Nerio en un momento en el que la mujer tenía en brazos a un bebé, agravando aún más la brutalidad del acto. Las autoridades se movilizaron para buscar al homicida y lo ubicaron en el sector El Picante, parroquia La Sierrita. Sin embargo, enfrentado por las comisiones del CICPC, el hombre sacó una escopeta y se enfrentó a las autoridades. En el trágico tiroteo, Soterito perdió la vida.
El triste episodio que cobró la vida de Nerio Hernández y culminó con la muerte de su agresor Soterito deja una dolorosa lección sobre la gravedad de la violencia y sus devastadoras consecuencias. Esta tragedia resalta la importancia de abordar la obsesión y la violencia en las relaciones, así como la necesidad de fomentar una cultura de resolución pacífica de conflictos y de prevención de situaciones violentas.