El mes de febrero del año 2024 dejó una dolorosa estela de tragedia en Venezuela y más allá de sus fronteras. Los datos revelados por el Observatorio Digital de Feminicidios de Cepaz ponen al descubierto una realidad alarmante y desgarradora: el creciente número de feminicidios que deja en la orfandad a niños y niñas, y el persistente flagelo del asesinato de mujeres venezolanas en el extranjero. Estos crímenes, marcados por la violencia extrema y la falta de protección legal adecuada, exigen una reflexión profunda y acciones concretas para combatirlos.
Feminicidios en Venezuela
El territorio venezolano, específicamente los estados de Aragua, Distrito Capital y Miranda, se tiñen con el escalofriante rastro del feminicidio, concentrando el 54,6% de los casos registrados.
En el transcurso de febrero, se consumaron 11 feminicidios y se registraron 12 casos en grado de frustración, revelando una acción femicida cada 30 horas. Los niños y niñas, en muchos casos, son testigos traumáticos de la violencia que arrebata la vida de sus madres, dejándolos en una situación de desamparo emocional y legal.
Víctimas y agresores
El 90,9% de los feminicidios consumados tienen como perpetradores a hombres venezolanos, mientras que el porcentaje en los casos frustrados es del 91,7%. Estos crímenes no distinguen edades, siendo especialmente preocupante el involucramiento de mujeres como coautoras en el 18,2% de los casos consumados.
La falta de antecedentes penales por violencia de género en la mayoría de los agresores y la alta tasa de prófugos subrayan la impunidad que rodea a estos actos atroces.
Feminicidios de mujeres venezolanas en el exterior
La tragedia se extiende más allá de las fronteras venezolanas, con 4 feminicidios registrados en el extranjero durante el mes de febrero de 2024. Colombia, Estados Unidos y Ecuador son los escenarios donde se perpetran estos crímenes, muchas veces en el ámbito privado y tras decisiones de separación de las víctimas. La falta de motivación clara en la mayoría de los casos y el uso de métodos violentos como armas blancas pintan un panorama desolador.
El feminicidio, tanto en Venezuela como en el extranjero, no es solo un problema de violencia de género, sino también un reflejo de la falta de protección efectiva para las mujeres y una cultura de impunidad arraigada. Urge una respuesta integral que involucre medidas legislativas más rigurosas, programas de prevención y educación, así como una mayor atención a las víctimas y sus familias. Solo con un compromiso firme y acciones concretas podremos comenzar a revertir esta alarmante tendencia y construir un futuro más seguro y justo para todas las mujeres y niñas.