Decenas de miles de venezolanos y haitianos que encontraron refugio en el sur de Brasil se enfrentan nuevamente a la necesidad de reconstruir sus vidas, tras ser afectados por inundaciones récord en el estado de Rio Grande do Sul. La situación ha forzado a estos inmigrantes a comenzar de nuevo, una vez más, en un entorno que ya consideraban su hogar.
La historia de Carina González
Carina González, una venezolana de 27 años, es una de las muchas afectadas. Durante la huida de su casa inundada, tuvo que tomar una difícil decisión: abandonar una mochila con documentos importantes o salvar a su perro.
“Mi marido me dijo que soltara la mochila o a mi perro. No iba a dejar a mi perro, así que dejé la mochila con mis documentos”, relata Carina. Estos papeles son vitales para los extranjeros, sin ellos, muchas puertas permanecen cerradas.
Carina y su esposo Xavier lograron conservar sus empleos por ahora, pero enfrentan la incertidumbre de llegar al trabajo en una ciudad donde las calles siguen bajo el agua. La pareja cruzó a Brasil en 2018, huyendo de la crisis en Venezuela, y ahora las inundaciones los han sumido nuevamente en la incertidumbre. “Ni siquiera sabemos adónde vamos. Ahora mismo no tenemos destino”, expresa Xavier.
Reginald Descilong: Una vida de pérdidas
Reginald Descilong dejó Haití tras perder a su familia y amigos en el terremoto de 2010. Llegó a Brasil tres años después, recorriendo Centroamérica a pie y en autobús.
Hoy, a sus 39 años, él y su familia se encuentran en un refugio público en Porto Alegre, la inundada capital del estado. “Parece que el desastre siempre nos persigue. Llegué aquí, pero los problemas no cesan. Lo perdimos todo en nuestra casa bajo el agua, y ni siquiera podemos volver en barco”, comenta con tristeza.
Reginald, su esposa y sus tres hijas están desorientados y sin rumbo claro. “Ahora no sé adónde voy. Tenemos que empezar de nuevo”, declara, reflejando el sentimiento de desesperanza y fatiga que comparten muchos refugiados.
Impacto en la comunidad refugiada
Según la oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), alrededor de 46 mil refugiados residen en Rio Grande do Sul, incluidos 29 mil venezolanos y 12 mil haitianos. Este estado ha sido uno de los principales receptores de refugiados en Brasil, gracias a un programa humanitario federal. Entre 2011 y 2019, más de 14 mil refugiados encontraron empleos formales en la región, más que en cualquier otro estado del país.
El barrio de Sarandi, en el norte de Porto Alegre, ha sido el hogar más común para estos refugiados. Sin embargo, este barrio fue uno de los más devastados por las recientes inundaciones, especialmente después del colapso de un dique. Más de 26 mil residentes de Sarandi, con sus casas bajo el agua, se encuentran ahora en diversos refugios de la ciudad. Muchos perdieron todos sus documentos al escapar de la crecida, aumentando así la preocupación por su futuro en Brasil.
El Desafío de la documentación perdida
La pérdida de documentos es una de las mayores preocupaciones para los refugiados afectados. “Muchas personas han perdido los documentos que tenían, sus papeles de migración, su identificación provisional que tendrá que ser reexpedida para que no se queden indocumentados en Brasil”, explicó Silvia Sander, funcionaria del ACNUR. La reemisión de estos documentos es crucial para que los refugiados puedan continuar sus vidas en Brasil, acceder a servicios y mantener sus empleos.
La comunidad refugiada en Rio Grande do Sul enfrenta un desafío monumental al tener que empezar de nuevo después de las inundaciones. Aunque la situación es difícil, la resiliencia y el apoyo mutuo entre los refugiados y las organizaciones humanitarias serán clave para superar esta nueva adversidad. La reconstrucción de sus vidas es una tarea ardua, pero no imposible, y la esperanza de un futuro mejor sigue viva en cada uno de ellos.