El consejero comisionado de paz de Colombia, Otty Patiño, ha propuesto al Gobierno de Venezuela la creación de un “régimen fronterizo” con el objetivo de garantizar la paz y seguridad en las áreas fronterizas compartidas por ambos países. Este planteamiento se realizó en el marco del primer ciclo de negociaciones entre el Gobierno colombiano y la Segunda Marquetalia, una disidencia de las FARC, en Caracas.
Propuesta de Régimen Fronterizo
Patiño destacó la necesidad de colaborar con las comunidades y actores armados presentes en las zonas fronterizas para establecer un nuevo régimen que promueva la paz. Según el consejero, este enfoque es esencial no solo para la estabilidad de Colombia, sino también para Venezuela, subrayando que ninguno de los dos países puede alcanzar la paz de manera aislada.
Influencia Mutua en la Paz
El consejero de paz hizo hincapié en la interdependencia de la paz entre Colombia y Venezuela. Señaló que los esfuerzos por alcanzar la paz en un país tienen un impacto directo en la estabilidad del otro, y viceversa. Por lo tanto, propuso inaugurar una nueva fase de hermandad entre ambos pueblos y gobiernos, con el objetivo de generar zonas fronterizas de paz.
Contexto de las Negociaciones
La propuesta de Patiño se dio en el contexto de las negociaciones con la Segunda Marquetalia, un grupo armado que surgió tras la desmovilización de las FARC. Estas negociaciones buscan avanzar en el proceso de paz en Colombia, y la colaboración con Venezuela es vista como un componente crucial para el éxito de estos esfuerzos.
Importancia del Régimen Fronterizo
La creación de un régimen fronterizo implica un enfoque integral que aborde no solo los aspectos de seguridad, sino también las necesidades y participación de las comunidades locales. Incluir a actores armados en el proceso de diálogo es una estrategia para reducir la violencia y fomentar la reintegración de estos grupos en la vida civil.
Para que esta propuesta de régimen fronterizo sea efectiva, es fundamental que ambos gobiernos establezcan canales de comunicación claros y constantes. La cooperación debe incluir no solo a las autoridades nacionales, sino también a las locales y a las comunidades afectadas por la violencia. Además, es crucial que se desarrollen programas de desarrollo económico y social en las zonas fronterizas para abordar las causas subyacentes de la violencia y fomentar una paz duradera. Implementar políticas que promuevan la educación, el empleo y el acceso a servicios básicos ayudará a estabilizar estas regiones y a construir una convivencia pacífica y próspera.