En Venezuela, las aspiraciones académicas de los jóvenes bachilleres chocan con las dificultades socioeconómicas del país. A pesar del anhelo de muchos por cursar carreras universitarias largas, las barreras económicas, la falta de cupos en instituciones cercanas y la desmotivación derivada del contexto educativo actual complican este objetivo. Historias como la de Emilia y Alexandra reflejan la realidad de los jóvenes venezolanos en su lucha por acceder a la educación superior.
Sueños y obstáculos en el camino universitario
Emilia, una adolescente de 17 años, sueña con ser odontóloga. Con diligencia, completó todos los trámites requeridos por la Oficina de Planificación del Sector Universitario (OPSU) para estudiar su carrera deseada. No obstante, uno de sus mayores temores es ser asignada a una universidad en el interior del país, lejos de su hogar en Caracas. Mientras espera los resultados, aprovecha el tiempo realizando cursos diversos que van desde fotografía hasta informática, buscando mantener su mente ocupada y sus habilidades actualizadas.
La búsqueda de cupos y la incertidumbre sobre el futuro generan ansiedad entre Emilia y sus compañeros. Aunque recibe el apoyo de sus padres, quienes están dispuestos a costear los materiales necesarios para su formación en odontología, la situación económica del país les impone restricciones. Emilia expresa su frustración al ver que, a pesar de ser buena estudiante, conseguir una oportunidad de estudio no es tarea fácil.
Tendencias educativas y preferencias estudiantiles
Según un estudio del Observatorio de Empleabilidad y Procesos Formativos de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB), más del 50% de los estudiantes de colegios privados aspiran a realizar carreras largas. Sin embargo, el restante prefiere formaciones cortas, como cursos y diplomados, que les permitan ingresar rápidamente al mercado laboral. Gabriel Wald, director del observatorio, destaca que la inclinación hacia estudios breves se debe a la necesidad de obtener ingresos de manera inmediata.
Otro grupo significativo de estudiantes se inclina por carreras técnicas, las cuales ofrecen una formación especializada en menos tiempo. La tendencia a elegir carreras largas ha aumentado en regiones como el oriente y el sur del país, aunque muchos de esos estudiantes prefieren estudiar en Caracas, percibida como una ciudad con más oportunidades educativas y laborales.
La desmotivación y sus consecuencias
Para Alexandra, de 17 años, la idea de convertirse en profesional en Venezuela no es sinónimo de progreso. La desmotivación proviene de ver a familiares con títulos en Enfermería y Educación luchando con sueldos insuficientes. Esta realidad, sumada a las malas condiciones educativas y económicas en su ciudad natal, Barquisimeto, hace que Alexandra contemple alternativas como cursos de peluquería o manicura, que le permitirían trabajar en cualquier parte del mundo si decide emigrar.
El sistema educativo en Venezuela, especialmente tras la pandemia de COVID-19, ha deteriorado aún más la motivación de los estudiantes. Alexandra relata cómo la falta de clases regulares y la implementación del horario mosaico, donde las escuelas públicas reducen los días de asistencia para que los educadores puedan buscar ingresos adicionales, han afectado su interés en seguir una carrera universitaria.
La realidad de la educación en Venezuela
El Monitor de la Red de Observadores Escolares de Con La Escuela reveló que, entre enero y julio de 2023, el 40% de los estudiantes en Venezuela asistieron a clases menos de tres veces por semana. La Encovi 2023 reportó cifras similares, subrayando la pérdida significativa de días escolares. Además, la falta de motivación de los educadores, quienes también enfrentan dificultades económicas, agrava la situación, impidiendo que guíen y motiven a los estudiantes sobre sus futuras opciones académicas y profesionales.
Las aspiraciones de los jóvenes venezolanos por cursar carreras largas se ven continuamente obstaculizadas por la realidad socioeconómica y educativa del país. La historia de Emilia y Alexandra es solo un reflejo de una problemática mayor que afecta a miles de estudiantes en Venezuela. Es esencial que se implementen políticas y estrategias para mejorar el acceso a la educación superior y motivar a los jóvenes a seguir sus sueños, garantizando así un futuro más prometedor para el país.