En una preocupante advertencia, organizaciones sociales del departamento colombiano de Norte de Santander, que limita con Venezuela, han señalado un incremento alarmante en la violencia y el tráfico de armas en esta región de la frontera. Según informes recientes, más de 130 homicidios se han registrado en lo que va del año, destacando la creciente inseguridad en la zona.
Tráfico de armas desde Venezuela
El director de la ONG Fundación Progresar, Wilfredo Cañizares, destacó en una rueda de prensa que las armas, especialmente aquellas en desuso y municiones de cantones venezolanos, están siendo robadas y llevadas ilegalmente a Cúcuta, capital de Norte de Santander.
Cañizares explicó que Cúcuta se ha convertido en una ruta clave para el tráfico ilícito de armas provenientes de Venezuela. Hasta 2023, el tráfico ilegal consistía principalmente en pistolas y revólveres que abastecían a bandas locales y a grupos armados organizados como el Clan del Golfo y otras organizaciones insurgentes. No obstante, este año se ha observado un incremento en el tráfico de armas pesadas o de guerra, muchas de las cuales permanecen en la ciudad.
Cambio en la dinámica del tráfico
Según el director de Fundación Progresar, bandas delictivas están adquiriendo armamento pesado, como fusiles FAL de origen belga, que el ejército venezolano ha dejado de usar en favor de los AK-47.
Estos fusiles, almacenados en cantones venezolanos, están siendo robados y trasladados a Colombia a través de Cúcuta, exacerbando la situación de inseguridad.
Impacto de la reapertura de fronteras
La reapertura de la frontera en septiembre de 2022 ha alterado la dinámica de las bandas delincuenciales. Antes de esta reapertura, 22 bandas operaban en los pasos fronterizos, cobrando a los migrantes por cruzar ilegalmente. Ahora, estas bandas se han diversificado hacia actividades como la extorsión, el hurto, el robo de vehículos y otros delitos.
Cañizares señaló que actualmente operan en Cúcuta y su área metropolitana 12 grandes bandas, muchas de las cuales han crecido considerablemente en recursos y alcance. Estas bandas son responsables de aproximadamente el 70% de los homicidios en la región, reflejando un preocupante aumento en la violencia.
Instrumentalización de menores
Otro aspecto alarmante es la instrumentalización de menores para actividades delictivas. Cañizares advirtió que niños entre 10 y 14 años están siendo entrenados para transportar drogas y actuar como vigías en las esquinas de Cúcuta, lo que agrava la crisis social y de seguridad en la ciudad.
La situación en la frontera colombo-venezolana es cada vez más grave, con un aumento de la violencia y el tráfico de armas que afecta profundamente a la comunidad de Cúcuta y sus alrededores. Para abordar esta crisis, es crucial que las autoridades colombianas y venezolanas intensifiquen la cooperación en materia de seguridad y fortalezcan los controles fronterizos. Además, es fundamental implementar programas de prevención y protección para menores, garantizando que no sean reclutados por bandas delictivas. Solo a través de un enfoque integral y colaborativo se podrá mejorar la seguridad y estabilidad en esta región fronteriza.