En 2024, la selva del Darién, que separa a Panamá de Colombia, ha sido testigo de un aumento alarmante en el número de migrantes irregulares que arriesgan sus vidas en busca de un futuro mejor de los cuales los venezolanos lideran esto. De estos, más del 65% son venezolanos, una cifra que revela la desesperación y la falta de opciones que empujan a miles a enfrentar los peligros de este inhóspito territorio. El cruce del Darién no solo representa un desafío físico, sino también un riesgo mortal, con decenas de personas que han perdido la vida en la travesía.
Un flujo migratorio en constante crecimiento donde los venezolanos lideran
En lo que va de 2024, más de 230.000 migrantes han cruzado la peligrosa selva del Darién, según informó el Ministerio de Seguridad Pública de Panamá. De esta cifra, una abrumadora mayoría proviene de Venezuela, un país sumido en una crisis económica y política que ha forzado a millones de sus ciudadanos a buscar refugio en otras naciones.
La travesía por el Darién, aunque peligrosa, se ha convertido en una de las pocas rutas disponibles para aquellos que no pueden permitirse un viaje más seguro.
Este grupo, conocido por su violencia y capacidad de intimidación, representa un peligro adicional para los migrantes, quienes no solo deben enfrentarse a los rigores de la selva, sino también a los asaltos, violaciones y extorsiones perpetradas por estos delincuentes.
El peligroso trayecto por la selva del Darién
La selva del Darién es uno de los territorios más inhóspitos y peligrosos del continente americano. Aquellos que se aventuran en ella se enfrentan a un entorno hostil, donde la naturaleza se convierte en un enemigo implacable.
La jungla alberga animales salvajes, ríos caudalosos y una densa vegetación que dificulta el avance. Estos elementos, sumados a la falta de alimentos, agua y atención médica, convierten la travesía en una odisea que muchos no logran superar.
Además de los peligros naturales, los migrantes se ven expuestos a la violencia de grupos criminales que operan en la zona. El Clan del Golfo, que controla gran parte del tráfico de personas en el Darién, extorsiona y agrede a los viajeros, quienes muchas veces deben entregar lo poco que llevan a cambio de su vida.
La violencia sexual también es un riesgo constante, especialmente para las mujeres y niñas que forman parte de estos grupos migratorios.
Una crisis humanitaria en aumento
El cruce del Darién ha dejado una estela de tragedias que no puede ser ignorada. En lo que va de año, 42 personas han perdido la vida en su intento por atravesar esta selva, según el Ministerio de Seguridad Pública de Panamá.
Estas muertes subrayan la peligrosidad de la ruta y la desesperación de quienes la eligen como única opción para escapar de la miseria en sus países de origen.
Otro aspecto alarmante de esta crisis es la presencia de menores de edad entre los migrantes. Hasta la fecha, 133 niños y adolescentes han cruzado la selva sin acompañantes, lo que los expone a peligros aún mayores.
Estos menores, que muchas veces viajan solos debido a la separación forzada de sus familias, son especialmente vulnerables a los abusos y la explotación en un entorno donde las leyes y los derechos humanos parecen no existir.
Medidas para contener el flujo migratorio donde los Venezolanos lideran
Frente a esta situación, las autoridades panameñas, en conjunto con el gobierno de Estados Unidos, han implementado varias medidas para intentar contener el flujo migratorio.
Entre estas acciones destaca el cierre de trochas en la selva, una estrategia diseñada para canalizar el movimiento de personas y reducir el número de crímenes cometidos en la zona.
Asimismo, se ha puesto en marcha un plan de repatriación para aquellos migrantes que logran cruzar la selva, con el objetivo de desalentar a otros de intentar la travesía.
Estas medidas han comenzado a mostrar algunos resultados, con una disminución en el flujo migratorio durante los meses de julio y agosto.
El cruce del Darién es un reflejo de la desesperación y la falta de opciones que enfrentan miles de migrantes en América Latina. Mientras no se aborden las causas estructurales que impulsan a estas personas a dejar sus hogares, la peligrosa travesía por la selva seguirá siendo una realidad dolorosa.
Las autoridades regionales e internacionales deben trabajar en conjunto para desarrollar políticas que no solo se enfoquen en contener el flujo migratorio, sino en ofrecer soluciones duraderas que permitan a estos migrantes encontrar seguridad y oportunidades en sus países de origen o en destinos seguros.
La implementación de rutas migratorias seguras y legales, así como la protección de los derechos humanos en cada etapa del viaje, son pasos fundamentales para evitar más tragedias en el Darién.