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Familias venezolanas cruzan a Brasil en busca de sobrevivir

La frontera entre Venezuela y Brasil ha sido testigo de un drama humano que no deja de crecer. Miles de venezolanos, empujados por la crisis económica y social del país, han tomado el difícil camino hacia Pacaraima, una pequeña localidad brasileña que se ha convertido en su primer refugio. Entre ellos, madres solteras, exmilitares y familias enteras que lo han dejado todo en busca de una vida mejor. Este flujo migratorio ha desencadenado no solo escenas de solidaridad, sino también tensiones debido a la sobrecarga de servicios en la región.

El drama de los migrantes venezolanos

Ángela, una madre soltera de 34 años, es solo una de las muchas personas que han abandonado Venezuela para cruzar a Brasil. Luego de caminar días desde Caracas hasta Pacaraima junto a sus dos hijos pequeños, dejó atrás su vida, su hogar y su negocio. “Lo dejamos todo”, relata entre lágrimas, recordando cómo la falta de alimentos y medicamentos en su país la obligó a tomar esta desesperada decisión. “No podía seguir viendo a mis hijos pasar hambre”, añade, mostrando el profundo dolor que representa este éxodo forzado.

Pacaraima: Puerta de entrada a Brasil

Pacaraima, una pequeña localidad en el estado brasileño de Roraima, ha sido un punto clave para los venezolanos que huyen de la crisis en su país. Este municipio fronterizo ha recibido a miles de migrantes que buscan un nuevo comienzo.

Familias completas, con niños y ancianos, atraviesan a pie la frontera con solo lo que pueden cargar, en busca de oportunidades y ayuda humanitaria. Sin embargo, la llegada masiva de personas ha generado tensiones en la comunidad local, especialmente por la competencia por empleos informales y la presión sobre los servicios públicos.

José, un exmilitar venezolano de 28 años, es otro de los migrantes que encontró refugio en Pacaraima. Él abandonó Venezuela tras negarse a seguir órdenes que, según comenta, iban en contra de sus principios. “No podía seguir participando en un sistema que perjudicaba a mi gente”, explica. En Brasil, se unió a un grupo de apoyo a migrantes, donde colabora distribuyendo alimentos a recién llegados. “Aquí nos ayudamos entre nosotros. Todos estamos en la misma situación y queremos salir adelante”, afirma con esperanza.

Éxodo de venezolanos en aumento

El éxodo venezolano hacia Brasil ha sido continuo desde 2018, cuando la crisis en Venezuela se profundizó. Las cifras de 2024 muestran que el flujo migratorio sigue en aumento.

Solo en agosto, 10.800 personas cruzaron la frontera hacia Brasil por Pacaraima, lo que representó un incremento del 28 % en comparación con el mes anterior. Este número supera con creces el promedio mensual de los primeros ocho meses del año, reflejando la desesperación de quienes buscan mejores condiciones de vida fuera de su país.

Retos en la frontera de Brasil

Una vez en Brasil, los migrantes venezolanos tienen la posibilidad de regularizar su situación a través de la Policía Federal, registrándose como refugiados o solicitando permisos de residencia temporal. Este proceso es crucial para acceder a servicios básicos como salud, educación y empleo formal. No obstante, muchos enfrentan largos tiempos de espera y dificultades para adaptarse a las nuevas circunstancias.

Mientras tanto, Pacaraima sigue siendo el escenario de un drama humanitario que pone a prueba la capacidad de respuesta de las autoridades brasileñas y de las organizaciones humanitarias que asisten a los migrantes.

La situación en la frontera entre Venezuela y Brasil, específicamente en Pacaraima, ilustra el drama que viven miles de venezolanos que, empujados por la crisis en su país, buscan refugio en tierras vecinas. A pesar de las tensiones que han surgido por la llegada masiva de migrantes, la solidaridad entre los mismos refugiados y las esperanzas de encontrar una vida mejor se mantienen como una luz en medio de la adversidad. La historia de Ángela, José y otros migrantes refleja un fenómeno que sigue marcando la historia de la región y que requiere de una atención urgente y sostenible.