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El Tren de Aragua extiende su violencia a Nueva York usando menores

El grupo criminal venezolano conocido como el “Tren de Aragua” ha extendido sus actividades criminales a una de las zonas más icónicas de Nueva York: Times Square. Esta organización ha comenzado a usar niños inmigrantes para realizar robos y otros delitos, desatando una ola de inseguridad en una ciudad ya conocida por su alta densidad turística. Los jóvenes, algunos con tan solo 11 años, han participado en múltiples crímenes, según reporta la policía local. A pesar de las detenciones, ninguno ha sido encarcelado, lo que genera preocupación por las leyes indulgentes del estado de Nueva York.

Menores en el centro del crimen del Tren de Aragua

La presencia de niños en actividades delictivas organizadas no es nueva, pero el uso de menores inmigrantes para sembrar el terror en Times Square ha captado la atención de las autoridades. Un alto funcionario de la policía de Nueva York informó que al menos 21 jóvenes, liderados por el Tren de Aragua, han vinculado su nombre a robos a mano armada. Estos jóvenes, que se hacen llamar “Los Diablos de la 42”, han detenido a otras personas en al menos 50 ocasiones, pero las leyes actuales les han permitido permanecer fuera de la cárcel.

La situación es alarmante no solo porque los actos cometidos son violentos, sino también porque los involucrados son jóvenes. La pandilla ha aprovechado la vulnerabilidad de los menores, muchos de ellos inmigrantes que han llegado a Estados Unidos en busca de una vida mejor, manipulándolos para realizar sus operaciones delictivas.

La influencia del Tren de Aragua

El “Tren de Aragua” es una de las organizaciones criminales más peligrosas que surgieron en Venezuela y ahora ha expandido su presencia a varios países de la región, incluida Estados Unidos. Este grupo ha encontrado en Times Square un escenario perfecto para cometer delitos debido a la gran afluencia de turistas y la oportunidad de actuar en el anonimato de la multitud.

A través de la manipulación de estos jóvenes, el Tren de Aragua no solo incrementa su alcance, sino que también se aprovecha de las leyes estatales que protegen a los menores, lo que les permite actuar sin temor a consecuencias legales severas. Las redes sociales se han convertido en un medio adicional para amplificar su poder, ya que los miembros muestran armas y alardean de sus crímenes.

Leyes indulgentes y falta de acción

A pesar de la gravedad de los delitos, ninguno de estos jóvenes ha sido encarcelado debido a las leyes indulgentes de Nueva York. Estas regulaciones dificultan que menores enfrenten consecuencias legales proporcionales a los crímenes cometidos, especialmente cuando se trata de menores de edad.

A pesar de que las autoridades han detenido a los jóvenes involucrados en numerosas ocasiones, su situación de no estar tras las rejas está generando un clima de impunidad que afecta tanto a los ciudadanos como a los visitantes. La falta de medidas contundentes no solo pone en peligro a las personas, sino que también envía un mensaje de debilidad ante el crimen organizado.

Inseguridad en aumento

El uso de menores en crímenes violentos no es solo una amenaza para la seguridad de los neoyorquinos y turistas, sino que también pone en evidencia la creciente influencia de pandillas extranjeras en el país. Times Square, un área emblemática, está bajo el asedio de delincuentes que, por su edad y estatus migratorio, son difíciles de controlar por las autoridades.

La falta de respuestas contundentes por parte del gobierno y las fuerzas del orden ha permitido que estas actividades continúen creciendo, y no parece haber un final cercano a esta situación. La necesidad de revisar las leyes que permiten la reincidencia de estos jóvenes delincuentes se hace cada vez más urgente.

La presencia del “Tren de Aragua” y su uso de menores para cometer delitos en Nueva York plantea serios desafíos para las autoridades locales y nacionales. Mientras los jóvenes involucrados continúan actuando con impunidad, la seguridad de los ciudadanos y turistas está en riesgo.  La falta de encarcelamiento y las leyes indulgentes han permitido que esta ola de crímenes crezca sin control, lo que crea un entorno de inseguridad que solo podremos enfrentar con reformas legales y mayor acción policial.