Un partido para el infarto se vivió en La Cartuja de Sevilla, donde Barcelona se consagró campeón de la Copa del Rey 2024/25, venciendo por 3-2 al Real Madrid en el alargue.
Jules Koundé marcó el gol agónico para el conjunto Culé cuando restaban cinco minutos, mientras que Pedri y Ferrán Torres anotaron los otros dos tantos. Por el lado Merengue, Kylian Mbappé y Aurelién Tchuaméni marcaron para el Merengue.
Por primera vez desde hace once años, Real Madrid y FC Barcelona se encuentran en el encuentro que determina al campeón, y el choque se ha visto afectado por una inédita dimensión de polémica arbitral tras las declaraciones de los árbitros Ricardo de Burgos Bengoechea y Pablo González Fuertes.
Fue el Barça el equipo que tomó la iniciativa del encuentro desde los primeros compases. Con una mayor posesión y una presión que evitó una buena parte de los ataques madridistas, los hombres de Hansi Flick amenazaron varias veces la portería de Thibaut Courtois.
Pero los blancos buscaban salir al contragolpe, siendo las carreras largas su principal baza ofensiva. En torno al minuto 28, Pau Cubarsí interceptó un envío profundo, e inmediatamente lanzó la ofensiva culé con un pase al hueco por alto que encontró a Lamine Yamal.
El extremo español encaró por su banda derecha, y pronto se acercó al corazón del área madridista, desde donde dejó un pase atrás que Pedri enganchó violentamente, con un disparo que perforó la red, abriendo el marcador a favor del FC Barcelona.
¿Qué originó el conflicto antes de la final de la Copa del Rey?
Todo comenzó cuando el árbitro principal, Ricardo De Burgos Bengoetxea, y el encargado del VAR, Pablo González Fuertes, hablaron públicamente sobre las presiones que reciben, insinuando un ambiente hostil, especialmente tras críticas de Real Madrid TV.
Estas palabras fueron calificadas por el club merengue como “inaceptables” y “amenazantes”, argumentando que atentan contra la equidad e imparcialidad del encuentro.
En respuesta, el Real Madrid pidió apartar a los árbitros, pero la Real Federación Española de Fútbol (RFEF) negó la solicitud. Como medida de presión, el club canceló su participación en todos los eventos oficiales previos a la final, incluyendo la tradicional cena y el entrenamiento en el estadio.
