Un emotivo reencuentro se vivió en Venezuela luego de que Yusmari Galíndez y su hijo de 13 años regresaran al país tras una deportación desde Estados Unidos, proceso que los mantuvo separados por varios meses.
Galíndez fue detenida por las autoridades migratorias de ICE (Servicio de Inmigración y Control de Aduanas) en territorio estadounidense, situación que puso en riesgo su permanencia y la posibilidad de mantenerse junto a su hijo. Desde el centro de detención, suplicó no ser expulsada sin él, logrando una reunificación humanitaria poco antes del retorno forzoso.
Reencuentro familiar tras meses de incertidumbre
El caso de Yusmari y su hijo se conoció públicamente por la intervención de organizaciones migratorias que alertaron sobre la separación de la familia. Durante su tiempo en custodia, la madre denunció el temor de ser deportada sola y dejar al menor bajo custodia estadounidense o expuesto a un sistema complejo sin sus padres.
Finalmente, ambos fueron repatriados juntos y llegaron a suelo venezolano en un vuelo de deportación, donde fueron recibidos por familiares, activistas y voluntarios.
La deportación desde Estados Unidos continúa
Este caso refleja una realidad que afecta a cientos de familias venezolanas en proceso migratorio en los Estados Unidos. Las deportaciones bajo procedimientos acelerados han sido criticadas por diversos sectores debido a la separación de núcleos familiares y la falta de garantías humanitarias en muchos procesos.
Según organizaciones internacionales, los vuelos de deportación hacia Venezuela se han incrementado en 2025, luego de la reanudación de relaciones migratorias entre ambos gobiernos. Casos como el de Galíndez generan preocupación por las condiciones en que muchas madres, padres e hijos enfrentan el proceso.
Una llegada marcada por el dolor y la esperanza
A su llegada, Yusmari expresó su alivio por estar de nuevo con su hijo, aunque lamentó la experiencia vivida. “Lo más importante es que no nos separaron. Yo pedí a Dios que lo trajeran conmigo, y me escucharon”, declaró entre lágrimas.
Su historia se suma a la de decenas de migrantes venezolanos que enfrentan la deportación desde Estados Unidos, con la esperanza de comenzar de nuevo pese a las dificultades que los obligaron a salir del país.