Una jugada inesperada por parte del gobierno de Nicolás Maduro se produjo durante la primera semana de marzo. El propio Maduro junto a Cilia Flores y el presidente de la Asamblea Nacional chavista Jorge Rodríguez se reunió con funcionarios de la administración de Joe Biden en el Palacio de Miraflores, donde estuvo el embajador estadounidense en Venezuela asentado en Colombia, James Story, el director para el Hemisferio Occidental del Consejo de Seguridad Nacional Juan González y el delegado presidencial para asuntos de rehenes, Roger Carstens.
Según palabras del propio Maduro la reunión fue cordial y se trataron temas de interés bilateral. Fue el primer encuentro entre ambas partes en tres años.
El deshielo de las relaciones fue causado en primera instancia por la necesidad de la gestión madurista de reemplazar el petróleo que Estados Unidos está dejando de comprarle a Rusia a raíz de la invasión de este país a Ucrania y también por la posibilidad de que Biden suavice las sanciones que pesan sobre el oficialismo.
Horas después del encuentro fueron liberados dos de los diez estadounidenses que tiene presos el madurismo en Venezuela. La portavoz de la Casa Blanca, Jen Psaki, confirmó la reunión y dijo que esto no significa que el gobierno de Estados Unidos vaya a cambiar su política en torno a Maduro, estrategia que pasa por el reconocimiento de Juan Guaidó como presidente interino de Venezuela.
“El propósito del viaje era discutir diferentes temas, entre ellos desde luego la seguridad energética”, dijo Psaki.
Juan Guaidó, de quien se desconoce si fue informado o no de la reunión, declaró que: “levantar las sanciones a Maduro fortalecería la dictadura”.
Para el analista internacional Mariano De Alba es muy temprano para aseverar si las administraciones de Estados Unidos y Venezuela podrían alcanzar un nivel óptimo de relaciones.
“Lo que sí es evidente es que si la intención de este encuentro es recomponer las relaciones, será un camino largo y lleno de obstáculos. La reunión reciente abre una posibilidad, pero su éxito no está nada claro. Va a requerir no solo de mucha cautela de ambos gobiernos, sino también de mantener un canal de comunicación constante, aunque sea tras bastidores, y sobre todo transitar un camino de concesiones mutuas que vayan generando confianza y hagan evidentes los beneficios de avanzar por el camino de la recomposición de las relaciones”.
La también internacionalista Giovanna De Michelle no es demasiado optimista, pero si percibe una posibilidad de que exista una distensión importante como la reapertura de la embajada en Venezuela o una oficina consular.
“El tema de las sanciones es uno de los grandes escollos, precisamente este año que hay elecciones de medio término en Estados Unidos. Para la población hispana de ese país no sería positivo una flexibilización de las sanciones si la administración de Maduro no da muestras concretas de rectificación en materias sensibles como derechos humanos y políticos”.
Amistades peligrosas
A juicio de De Alba, no solo para Biden es políticamente costoso un acercamiento con el gobierno venezolano, también lo es para Maduro.
“Aunque no es comparable, a Maduro también podría pasarle factura en algunas facciones del chavismo. No creo que vayamos a ver un encuentro Maduro-Biden, especialmente por la acusación de delitos que recae sobre este primero. Lo que sí es posible es que Estados Unidos, una vez que constante ciertas garantías democráticas en Venezuela vaya haciendo concesiones, tanto en el área económica-petrolera como en la diplomática”.
De Michelle aseveró que el reencuentro de ambos gobiernos podría generar esperanza en empresarios de ambos países que desean reanudar alianzas, así como en ciudadanos que recibirían con beneplácito la restitución de actividades consulares, reanudación de vuelos directos entre ambas naciones y emisión de visas en suelo venezolano.
“Pero esto tiene que estar precedido por acciones concretas de parte del gobierno de Maduro. Cuba, por ejemplo, ya ha retomado su acercamiento con Washington con el restablecimiento de misiones diplomáticas”.
Para De Alba, el primer paso concreto luego de este acercamiento es la necesidad de rescatar el diálogo entre gobierno y oposición venezolana que se llevaba a cabo en México y que fue interrumpido debido a la exigencia del madurismo de excarcelar al empresario colombiano, Alex Saab, preso en los Estados Unidos por presunto lavado de dinero.
En cuanto a la reanudación de las conversaciones en suelo azteca, “ya Diosdado Cabello dijo que no volverán a México, no se sabe cuándo y dónde podrían reactivarse estas negociaciones”, dijo De Michelle.
Posterior a la reunión con los funcionarios estadounidenses Maduro dijo: “vamos hacia una reformulación del diálogo nacional, más amplio e inclusivo”.
De Alba indicó que para el gobierno de Biden será fundamental que la administración chavista continúe liberando a estadounidenses detenidos arbitrariamente en Venezuela.
“Es muy probable que Estados Unidos mantenga el acercamiento hasta lograr la liberación de todos sus detenidos en Venezuela, posterior a esto dependerá exclusivamente de las acciones que emprenda la gestión de Maduro”.
“Por otro lado, algo que está considerando el gobierno estadounidense es emitir licencias que faciliten que empresas, como la estadounidense Chevron, puedan ayudar a Pdvsa a tratar de recuperar la producción de petróleo”, indicó De Alba.
Después del primer acercamiento, la vocera de la Casa Blanca no se atrevió a decir si iba a haber un segundo. Desde Miraflores tampoco asomaron una próxima reunión.
Con información de: El tiempo