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Niños venezolanos y colombianos conformaron su propia orquesta, en Bucaramanga

La música, lenguaje de todos, ha permitido que 228 niños se olviden de las fronteras y de las nacionalidades. Al unísono, con violín, viola, violonchelo y contrabajo, generan la melodía del reencuentro y la inclusión.

Desde septiembre, en la Institución Educativa INEM, han estado compartiendo sus tardes de la mano de la Filarmónica de Santander, entidad que ha estado acompañándolos en la creación de una orquesta colombo venezolana.

Alrededor de 128 niños colombianos y 92 de origen venezolano tocan ‘la estrellita’, con la esperanza de construir un mundo más justo y sin discriminaciones.

Por eso, la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional, USAID, promovió el proyecto ‘Conectando Caminos por los Derechos’, para que niños migrantes puedan adaptarse a una nueva ciudad sin verse afectados por la discriminación.

Así las cosas, a través de este proyecto, los más pequeños podrán mostrar que las ‘fronteras’ son sólo imaginarias y no hay nacionalidad que sea motivo de rechazo.

Diego Rivero Galvis, director de la Filarmónica, explicó que ya los lazos naturales entre niños se están gestando. “Hay niños que se acercan al otro a explicarle las posturas, cómo tocar o simplemente a ayudarlos cuando están quedados”, contó.

También resaltó la importancia de la banda para que los menores entiendan que todos son iguales. “Los instrumentos en una orquesta pueden tener diferentes tamaños y sonidos, pero todos van tras de una única melodía, que pueden componer juntos”, explicó.

Por otro lado, los padres también se han vinculado al proceso para saber qué hacer cuando uno de sus pequeños sufre discriminación.

La escuela seguirá

Si bien este proyecto continuará hasta abril del siguiente año, estos niños quedarán vinculados a La Escuela Municipal de Artes de Bucaramanga, EMA, haciendo parte de los grupos musicales que el Instituto Municipal de Cultura ofrece.

Desde la estrategia ‘Conectando Caminos’ se conoció que llegaron a un convenio para que esta semillita del cambio no se quede sin germinar.

Aunque desde ya ha dado frutos, para la muestra un botón:

Sara Sofía, una niña de las participantes, contó que le gusta esta escuela porque hay compañerismo. “Si un niño no entiende una nota, otro le explica. No importa de dónde sea”.

Asimismo, una de las madres venezolanas del programa afirmó que le hace ilusión que se conforme una orquesta con miembros de Colombia y de Venezuela.

La buena noticia es que en marzo del próximo año esta Sinfónica podrá tocar ante los bumangueses y santandereanos. Será la primera en la ciudad en estar conformada por miembros ‘binacionales’.

Con información de Portafolio