La localización del cuerpo sin vida de una bebé de dos meses en las riberas del Río Cabriales ha conmocionado a la comunidad de San José, en el municipio Valencia del estado Carabobo. El trágico suceso ha revelado un oscuro crimen perpetrado por los propios padres de la pequeña, quienes habrían acabado con su vida y arrojado su cuerpo al río.
Descubrimiento macabro en las riberas del río
En la noche del miércoles, las autoridades hallaron el cuerpo de la niña, identificada como Yariani González, en avanzado estado de descomposición en un tramo del Río Cabriales. La cruel realidad detrás de este hallazgo ha conmocionado a la región y generado indignación.
Las investigaciones preliminares sugieren que la bebé habría sido asesinada por sus propios padres, una joven madre de 16 años y un padre de 19.
Según los informes, tras acabar con la vida de la pequeña, la pareja decidió deshacerse del cuerpo lanzándolo al río. El macabro hallazgo reveló que la pequeña estaba atada a un neumático y una piedra, un detalle que evidencia la crueldad del acto cometido.
La Intervención de las autoridades
Ante la gravedad del caso, una comisión del Cicpc acudió al lugar para realizar las investigaciones pertinentes. El cuerpo de la bebé fue trasladado a la morgue de Valencia, donde se llevará a cabo la autopsia correspondiente para determinar las causas exactas de su muerte.
Las autoridades no escatimarán esfuerzos para esclarecer este horrendo crimen familiar y llevar a los responsables ante la justicia.
El trágico suceso que envuelve la muerte de Yariani González nos obliga a reflexionar como sociedad sobre la importancia de proteger a los más vulnerables. Es fundamental promover una cultura de respeto por la vida y la infancia, así como garantizar el acceso a recursos y apoyo para madres y padres jóvenes en situaciones difíciles.
Es imperativo que como sociedad condenemos enérgicamente cualquier forma de violencia y abuso infantil, y que se brinde acompañamiento y orientación a quienes enfrentan desafíos en el cuidado de sus hijos. Solo a través de un compromiso colectivo podemos prevenir tragedias como la de Yariani y construir un entorno seguro y protector para todos los niños y niñas.
