Desde la suspensión del Sistema de Procura de Órganos y Tejidos (SPOT) en 2017, el acceso a trasplantes de órganos en Venezuela se ha vuelto una tarea casi imposible para quienes no cuentan con un donante vivo. A pesar de algunos avances en el sistema de salud público y las opciones disponibles en clínicas privadas, la situación sigue siendo crítica para miles de pacientes que requieren esta intervención vital.
La suspensión del SPOT y sus consecuencias
El 1° de junio de 2017, se oficializó la suspensión del SPOT en Venezuela, marcando un punto de inflexión negativo para el sistema de salud pública. Esta medida agravó la ya precaria situación hospitalaria, reduciendo drásticamente la cantidad de trasplantes realizados incluso con donantes vivos.
Aunque actualmente los trasplantes con donantes vivos se llevan a cabo con más frecuencia, gracias a la habilitación de la Clínica Popular El Paraíso en Caracas, estos procedimientos siguen siendo inaccesibles para una gran parte de la población.
Opciones privadas: Un lujo para pocos
Mientras los trasplantes de donantes vivos en clínicas privadas nunca se detuvieron, esta opción está reservada para aquellos con altos recursos económicos o seguros que cubran el costoso procedimiento.
Según la Organización Nacional de Trasplantes de Venezuela (ONTV), un trasplante en una clínica privada puede costar entre 80 mil y 100 mil dólares, dejando fuera a quienes no tienen medios para cubrir estos gastos.
Miles de pacientes afectados
Lucila Cárdenas de Velutini, directora de la ONTV, estima que alrededor de 7.000 personas están en diálisis debido a insuficiencia renal en Venezuela. De este grupo, entre 500 y 700 son niños y adolescentes.
La posibilidad de un trasplante renal, viable tanto con donantes vivos como fallecidos, se ve restringida en el contexto actual, donde la opción de un donante fallecido no es posible, forzando a los pacientes a depender exclusivamente de un donante vivo.
Requisitos para un donante vivo
El proceso de conseguir un donante vivo no es sencillo. Según la ley venezolana, el donante debe ser un familiar hasta el quinto grado de consanguinidad o el cónyuge del paciente. Además, debe tener el mismo tipo de sangre y estar en perfecto estado de salud. Enfermedades como hipertensión o diabetes descalifican automáticamente al potencial donante.
Asimismo, se requieren numerosos exámenes médicos para confirmar la aptitud del donante, además de la adquisición de medicamentos inmunosupresores para evitar el rechazo del órgano trasplantado.
Realidad de los pacientes en diálisis
De las más de 7.000 personas en diálisis, solo el 40 % estaría en condiciones médicas adecuadas para ser trasplantados, según Cárdenas. Este porcentaje se compone de pacientes con menor tiempo en diálisis, ya que esta terapia provoca un deterioro significativo en el organismo con el tiempo.
Pacientes que llevan 5, 7 o incluso 10 años en diálisis suelen tener un deterioro de salud que les impide ser candidatos viables para un trasplante.
Calidad deficiente en el tratamiento de diálisis
La sobrepoblación de pacientes en diálisis y la baja cantidad de trasplantes anuales han llevado a una alta demanda de tratamientos de hemodiálisis, pero con poca oferta de calidad. Las condiciones deplorables en muchas unidades de diálisis son una queja constante. Recientemente, pacientes renales protestaron en el estado Lara debido a la inoperatividad de varias máquinas de hemodiálisis en la Unidad de Diálisis Barquisimeto, evidenciando la crisis en el tratamiento de estos pacientes.
A siete años de la suspensión del SPOT, la situación para los pacientes que requieren trasplantes de órganos en Venezuela sigue siendo extremadamente difícil. La dependencia de donantes vivos, junto con la precaria situación de los hospitales y la exclusividad de las opciones privadas, deja a miles de personas sin acceso a una intervención que podría salvar sus vidas. La mejora de esta situación requiere un esfuerzo conjunto y sostenido para reactivar un sistema de procura de órganos eficiente y accesible para todos.