Coro, se vio sacudido por un violento ataque que resultó en el asesinato de un oficial de la Policía Nacional Bolivariana (PNB) y un mototaxista. A las 5:30 de la mañana del domingo 6 de octubre, la calma se transformó en caos tras un tiroteo que dejó a tres hombres envueltos en una lamentable tragedia. Este suceso ha vuelto a poner de relieve la creciente inseguridad que caracteriza a ciertas zonas de Venezuela.
Tragedia de un PNB
Frederick José Zárraga Tremont, un joven de 26 años con siete años de servicio en la PNB, fue sorprendido por un ataque mientras se encontraba en la calle 6 entre las calles 3 y 7 de la urbanización Arístides Calvani. Los disparos que impactaron su cuerpo fueron múltiples, terminando con su vida de forma brutal. La escena se tornó dramática al ver al funcionario tendido al lado de una motocicleta blanca, víctima de una agresión inesperada. Los últimos disparos, que le llegaron por la espalda, revelan la crueldad del ataque.
El mototaxista que no sobrevivió
El relato de la fatalidad no se detiene en la vida de Frederick. Elías Rafael Limonchy, de 27 años, también sufrió graves heridas en el episodio. Tras recibir disparos en el tórax y abdomen, fue trasladado al Hospital Doctor Alfredo Van Grieken, donde los médicos lucharon conscientemente por salvarlo. Sin embargo, su vida se apagó alrededor de las 7:00 de la mañana, dejando un vacío irremplazable en su entorno cercano. Este trágico desenlace resalta la violencia que acecha a los ciudadanos en su vida cotidiana.
Un comerciante herido
Mervin Junior Cardón Vargas, otro participante en la fatídica noche, también fue víctima del ataque. Con solo 27 años, el comerciante recibió impactos en el brazo y la pierna izquierda. A pesar de sus lesiones, su historia de supervivencia ante la adversidad se entrelaza con la de sus amigos perdidos. La asistencia médica llegó a tiempo, pero no sin antes revivir el horror de una confrontación que apenó a toda una comunidad.
Contexto de la violencia donde murieron un PNB y un mototaxista
La noche del suceso, los tres amigos se encontraban disfrutando de unas horas de esparcimiento en locales nocturnos. Al seguir la noche, se desencadenó una discusión con un desconocido que transitaba en bicicleta. Este altercado aparentemente trivial escaló rápidamente hasta convertirse en un evento devastador. El agresor, enfrentado a una situación de desigualdad numérica, tomó la decisión fatal de regresar armado, protagonizando una escena que dejó huella en la memoria de los presentes.
La brutalidad vivida en Coro es un recordatorio sombrío de los retos que enfrenta la sociedad venezolana frente a la violencia desenfrenada. La pérdida de vidas prometedoras como las de Frederick y Elías nos confronta con la cruda realidad de un entorno cada vez más peligroso. La comunidad, unida en el dolor, clama por medidas efectivas que restablezcan la seguridad y la paz en sus calles, y que tragedias como esta no se repitan.