La ruta hacia Estados Unidos se convierte en un desafío crucial para miles de migrantes, en su mayoría venezolanos y hondureños, que enfrentan el dilema de avanzar en caravanas o esperar en refugios a obtener una cita para solicitar asilo. Bajo un sol implacable y una creciente presión migratoria, estas personas buscan mejores oportunidades mientras sortean los obstáculos de políticas más restrictivas y peligrosos trayectos.
Una travesía agotadora de los migrantes venezolanos
Las caravanas de migrantes avanzan por México en condiciones extremas, enfrentándose a largas jornadas y al calor agobiante. Cada paso hacia la frontera sur de Estados Unidos es una lucha contra la fatiga y la incertidumbre.
“Está muy ruda, es bastante agotador”, comenta uno de los viajeros, mientras explica que su única opción es depender de sus propias fuerzas para alcanzar su meta antes de que las políticas migratorias cambien drásticamente.
Cruce irregular: el río Suchiate como frontera simbólica
Para muchos, la travesía comienza en el río Suchiate, que divide Guatemala de México. Este punto ha sido, durante años, un espacio de cruce irregular bajo la mirada pasiva de las autoridades locales.
Transportistas informales facilitan el paso por una tarifa accesible, mientras los migrantes evitan los controles fronterizos que podrían dificultar su avance. Sin embargo, esta ruta no está exenta de riesgos.
Endurecimiento de las políticas migratorias
La política migratoria en México ha experimentado un cambio significativo entre 2023 y 2024, con un aumento en los controles para contener a los migrantes en el sur del país.
A pesar de ello, el gobierno mexicano ha habilitado canales legales de movilidad para algunos, como autobuses hacia el norte para quienes logran obtener citas para solicitar asilo en Estados Unidos. Estas medidas buscan mantener un equilibrio entre el control migratorio y el apoyo a quienes buscan transitar de manera regular.
La espera de los venezolanos en los refugios
Mientras algunos optan por unirse a las caravanas, otros prefieren esperar en refugios, temiendo los peligros del camino. En Tapachula, familias enteras permanecen hacinadas, resistiendo el desgaste físico y emocional de la espera.
“Se sufre siempre”, afirma una madre hondureña, quien considera más seguro aguardar en un lugar estable hasta que su solicitud avance.
Un futuro incierto
La incertidumbre sobre las políticas migratorias del presidente electo de Estados Unidos añade una presión adicional. Muchos temen que las puertas al asilo se cierren por completo, mientras los refugios en México intentan adaptarse a la creciente demanda. Los migrantes, atrapados entre la esperanza de un futuro mejor y las barreras que se alzan a su paso, siguen enfrentando una realidad cada vez más compleja.
El dilema de los migrantes refleja las dificultades inherentes a la búsqueda de una vida digna fuera de sus países de origen. Mientras algunos se aventuran en caravanas desafiando todos los peligros, otros apuestan por la paciencia en un sistema que avanza lentamente. En ambos casos, la resiliencia se mantiene como la única constante en este arduo camino hacia el norte.