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Tragedia en el Cardiológico de Maracay

Cardiológico de Maracay
Cardiológico de Maracay

La reciente pérdida de la señora Esperanza Caridad Pantoja, una octogenaria residente de la comunidad 23 de Enero, en el Cardiológico de Maracay, ha generado conmoción y preguntas en su entorno familiar. Según declaraciones de sus allegados, la anciana no falleció en su hogar ni debido a circunstancias misteriosas, sino a una serie de incidentes ocurridos dentro de un centro asistencial.

Este caso pone de relieve los desafíos en el cuidado de pacientes vulnerables, especialmente en instituciones médicas. La historia de la señora Pantoja expone tanto la fragilidad de la atención sanitaria como la importancia de un monitoreo adecuado para prevenir accidentes que pueden resultar fatales.

El inicio de un complicado cuadro clínico en el Cardiológico de Maracay

Esperanza Pantoja ingresó al Cardiológico de Maracay el 15 de diciembre, aquejada por una trombosis severa en la pierna izquierda.

Este diagnóstico marcó el comienzo de un proceso médico complicado, agravado por otras patologías preexistentes. Los médicos que la atendieron la describieron como “una bomba de tiempo”, destacando la gravedad de su estado de salud.

Durante su hospitalización, la paciente manifestó resistencia al uso de pañales y dispositivos como el pato, lo que desencadenó el primer incidente.

Al quedar momentáneamente sola, intentó levantarse por sí misma, resultando en una aparatosa caída que le ocasionó hematomas significativos, incluso en la cabeza.

Este evento evidenció la necesidad de un cuidado más constante y personalizado en pacientes mayores.

Un segundo accidente en el Cardiológico de Maracay que complicó su estado

Tras el primer incidente, la señora Pantoja fue trasladada a otro nivel del hospital. En esta nueva ubicación, insistió en utilizar el baño por su cuenta, pese a las advertencias.

Aunque su hija la asistió, la anciana sufrió un nuevo tropiezo que, aunque menos grave, agravó su ya delicado cuadro clínico.

Los médicos ordenaron una tomografía que reveló la presencia de coágulos de sangre, lo que llevó a la decisión de referirla al Hospital Central de Maracay.

En este punto, la familia enfrentó la difícil tarea de aceptar las condiciones de riesgo asociadas a su intervención quirúrgica.

Un desenlace trágico en el quirófano

Una vez trasladada al Hospital Central de Maracay, los especialistas determinaron que la operación era indispensable para intentar salvar su vida.

Sin embargo, el procedimiento implicaba un alto riesgo debido a la edad y las complicaciones previas de la paciente. Tras firmar los documentos de consentimiento, la familia asumió esta difícil decisión.

Desafortunadamente, mientras era preparada para el quirófano, la señora Pantoja sufrió un ataque cardíaco. A pesar de los esfuerzos del equipo médico por reanimarla, falleció en ese momento.

La autopsia posterior reveló que su muerte se debió a un traumatismo craneal severo, un derrame cerebral asociado a una crisis hipertensiva y las caídas sufridas durante su estancia en el centro asistencial.

La importancia de esclarecer los hechos

Isabel Cristina Reyes Pantoja, hija mayor de la fallecida, expresó su deseo de aclarar los rumores en torno a la muerte de su madre.

Subrayó que las caídas ocurrieron dentro del Cardiológico de Maracay y no en su domicilio, como algunos sugirieron. Su testimonio busca no solo despejar dudas, sino también resaltar las circunstancias que llevaron a esta tragedia.

Este caso pone de manifiesto la necesidad urgente de mejorar la atención en los centros de salud, especialmente para pacientes de la tercera edad.

Es imperativo garantizar una supervisión constante, establecer protocolos claros para evitar accidentes y promover el uso de herramientas adecuadas para la movilidad segura de los pacientes.

Asimismo, los familiares deben recibir orientación para apoyar de manera efectiva a sus seres queridos durante la hospitalización. A través de un enfoque más humano y preventivo, se pueden evitar desenlaces tan lamentables como el de la señora Pantoja.