Los migrantes venezolanos en Aruba han demostrado ser un pilar clave en la economía de la isla, aportando con su trabajo y emprendimiento al desarrollo local. Sin embargo, aún enfrentan serias dificultades para regularizarse, lo que les impide acceder plenamente a oportunidades laborales y derechos formales.
El impacto económico de la diáspora venezolana
Según la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), Aruba es el país con mayor tasa de venezolanos en relación con su población, con 11.500 migrantes en una isla de 108.000 habitantes. Un estudio publicado en 2024 por la OIM estima que la contribución de estos migrantes podría representar 12 millones de dólares anuales en inversiones, pago de impuestos y servicios, siempre que exista una integración económica efectiva.
Este impacto se refleja en historias como la de Ormarle Guédez, una venezolana que vive en la isla desde hace nueve años, pero que aún no ha podido regularizar su estatus. Desde su hogar, Guédez lidera un negocio de repostería y comida a domicilio, con el que ha logrado consolidarse en la comunidad. Sin embargo, la falta de documentación limita su crecimiento, impidiéndole, incluso, obtener una licencia de conducir.
El obstáculo de la regularización migratoria
Pese a la evidente contribución de los venezolanos en la isla, los procesos para obtener la residencia siguen siendo complejos y costosos. Aruba, al ser parte del Reino de los Países Bajos, ha firmado tratados internacionales que reconocen derechos para refugiados y migrantes. Sin embargo, carece de legislación específica para regularizar su estatus, lo que los obliga a permanecer en la informalidad y los expone a explotación laboral y amenazas de deportación, según Amnistía Internacional.
En este contexto, muchos migrantes buscan alternativas para emprender y subsistir. Es el caso de César Pernalete, quien abrió un negocio de venta de chicha para mantenerse en la isla mientras espera su regularización. “Empezar desde cero ha sido bastante traumático porque un negocio no se hace de la noche a la mañana. Hay que tener paciencia y perseverancia”, comentó en entrevista con El País.
Un futuro incierto para la diáspora venezolana
Mientras las autoridades de Aruba discuten la posibilidad de una amnistía migratoria, algunos venezolanos han logrado consolidarse, como los hermanos Giuliano y Patricia Pinzan, quienes con documentos en regla han abierto un exitoso taller de soplado de vidrio, atrayendo a turistas y locales.
Por su parte, Diederik Kemmerling, presidente de la Cámara de Comercio de Aruba, ha instado al gobierno insular a facilitar la legalización de los migrantes venezolanos para potenciar el crecimiento económico de la isla. “Regularizarlos permitiría desplegar el pleno potencial económico de Aruba”, enfatizó.
A pesar de los desafíos, los venezolanos en Aruba siguen demostrando su capacidad de adaptación, emprendimiento y resiliencia. Sin embargo, sin un marco legal claro que les garantice estabilidad, su futuro en la isla sigue siendo incierto.