Hugo García Botero encontró en un espacio escondido en Bejuma. Una hacienda cafetalera que conservaba su vegetación casi completamente virgen, tiempo después decidió convertirla en una posada.
Para llegar a Sierra Verde hay que salir de la carretera que pasa frente al poblado carabobeño por donde se encuentra la estación de servicio, el camino se hace angosto y hay que cruzar a la izquierda y a la derecha varias veces, hasta que al fin se llega a un modesto portón de madera que no demuestra para nada la belleza que se encuentra al recorrer unos cuantos metros.
García Botero es arquitecto y por eso se las ingenió perfectamente para construir la casa y sus caminerías. Ofrecen cinco cabañas, todas con distintos nombres –Casa del Mirador, Casa del Patio del Café, Ático de Juliana, Casa de los Abuelos y Chalet– todas con las mismas comodidades.
Hay senderos que llegan hasta los pozos y cascadas y allí, camillas donde los visitantes pueden disfrutar de relajantes masajes. Sierra Verde también es un spa, sobre la quebrada nace una especie de puente y sobre este se realizan las terapias con la naturaleza de fondo.
La capacidad de Sierra Verde alcanza las 18 personas y las cabañas cuentan con lencería y cocina por si los huéspedes desean cocinar pero también cuenta con un restaurante.
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