Hoy en día, a pesar de vivir en una sociedad tecnológica y desarrollada, el papel de la madrastra sigue teniendo una visión negativa. Entre muchas otras razones, se discute sobre la imposibilidad de las mujeres que forman hogares con hombres que tienen hijos a amarlos como si fueran propios.
Eso es perfectamente alcanzable, una vez que la fémina entienda su posición frente al nuevo núcleo familiar que se está formando.
En el caso de los pequeños, ellos sienten que su papá está acompañado por una persona que ellos no escogieron y que muy probablemente preferirían que fuese su mamá.
En ningún caso se puede presionar la relación madrastra-niños porque ello generará más conflictos. Lo mejor es ir llevando paulatinamente la situación y observar cómo los pequeños se sienten al lado de la nueva pareja del padre, siempre siendo auténtica y honesta.
Tener en cuenta que los espacios y atenciones son totalmente diferentes tanto para la nueva pareja como para los hijos y con la madre, con quien probablemente deberá seguir el contacto.
Aunque no existe una fórmula mágica para sobrellevar la situación es fundamental la paciencia para ayudar a construir nuevas familias sobre la base del respeto.
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