Hablar de José Gregorio Henández es parte de la cultura y religiosidad del venezolano que con sus creencias y fe lo considera santo y responsable de numerosos milagros.
Es la imagen de ese hombre de contextura delgada, vestido de traje y sombrero negro y un peculiar bigote, la que se posa en altares dispuestos en lugares especiales de cientos de hogares venezolanos donde se le venera al también conocido como el médico de los pobres.
En su natal Isnotú, municipio Rafael Rangel, en el estado Trujillo (región andina venezolana), José Gregorio cuenta con su santuario, lugar de peregrinaciones a lo largo del año, más aún en fechas especiales como la de su natalicio que este viernes 26 de octubre arriba al 154.
En este pueblo situado a 623 kilómetros, aproximadamente, desde Caracas, abundan las reliquias e imágenes con su figura, hechas por mano de artesanos que se disponen en los alrededores de este lugar ofreciéndoles a quienes llegan de visita un recuerdo que para quienes lo adquieren tiene un gran valor religioso.
A Isnotú llega gente de todas partes del país para pedir favores o milagros o para pagar promesas a quien consideran su santo, palpándose realmente la devoción que tiene el venezolano creyente por José Gregorio y que lo hace parte de esa riqueza cultural que caracteriza la venezolanidad.
Entre esas personas que en más de una ocasión ha puesto alguna situación difícil, principalmente relacionada a la salud, en las «a merced de mano Goyo» (como también le dicen sus fieles creyentes), es Fortunato Pabón, un trujillano nacido hace un poco más de 70 años en la pintoresca población rural de Jajó (municipio Urdaneta), a quien su mamá Rosa desde pequeño le inculcó respeto y fe hacia el médico de los pobres.
«José Gregorio Henández es parte de nuestras creencias más arraigadas. Él es parte de nuestra religiosidad, y aún cuando no ha sido declarado como santo para nosotros ya lo es», dijo Pabón.
Y es que como este trujillano refirió, más allá del excelente médico, científico y estudioso que fue, José Gregorio resalta entre sus creyente porque entre sus virtudes figura su entrega al servicio de Dios, reflejado en la bondad y amor hacia el prójimo.
Es así como cada 26 de octubre, cuando se arriba a otro aniversario de su natalicio, en Isnotú se festeja con actividades religiosas y la visita de feligreses esta significativa fecha que se ha convertido por decreto del Gobierno estadal en Día de Júbilo No Laborable, justamente para que los creyentes trujillanos tengan la oportunidad de ir a su santuario y unirse a la tradicional celebración.
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