Por Simón Henrique López.- El 29 de octubre de 1929 la bolsa de valores de Wall Street en Nueva York sufrió la más estruendosa caída de su historia. En su conjunto las acciones que allí se cotizaban llegaron a niveles que nunca antes se habían visto lo que originó la quiebra y ruina de sus propietarios y,consecuentemente, una ola de suicidios que conmovió a todos los Estados Unidos de Norteamérica. Este episodio entró en los anales con el nombre de “El Crack del 29” y marcó el inicio de un período de estanflación y fuerte carestía conocido como “La Gran Depresión”. Durante esta etapa, que duró aproximadamente siete años, el hambre y la miseria asoló al usualmente poderosos y opulento país del norte.
Para evitar que las persona se murieran de hambre algunas organizaciones humanitarias, entre las que destacó el grupo cristiano evangélico denominado Ejército de Salvación, colocaban grandes ollas de comida en las calles para distribuirla por raciones gratuitas.
Desde hace algunos años en Venezuela se vive una compleja situación económica signada principalmente por el alto índice de inflación (hiperinflación) que prácticamente ha destruido la capacidad adquisitiva de una población cuyo salario mínimo oficial de 40 mil bolívares mensuales apenas le alcanza para comprar 4 ó 5 productos que no le duran más de una semana. Esto ha traído
como consecuencia directa fuertes carencias en la dieta de todos los ciudadanos. Más del 70 por ciento de las familias no logran hacer las tradicionales y necesarias tres comidas diarias y muchos tienen que resignarse con una, aguantar sin ninguna o salir a ver que consiguen en los pipotes de basura.
A igual que en aquellos Estados Unidos de los 30´s hoy en Venezuela algunas personas, instituciones o establecimientos comerciales también han decidido darle una mano a los más necesitados con la distribución gratuita de alimentos, de allí que a diario pueden observarse filas de personas que “vianda en mano” esperan pacientemente por su comida.
Organizaciones religiosas
Una de estas es la institución geriátrica católica Hogar Padre Machado ubicada en la calle Candelaria, a unas dos cuadras de la Plaza Ribas y a una del Cuartel Montilla. Allí atienden a diario unas 40 ó 50 personas de bajos recursos, con el único requisito de que cada quien lleve su envase para servirle.
Otros miembros del credo católico han adelantado también algunos programas como el que un grupo de feligreses de la Iglesia Matriz (Nuestra Señora de Guadalupe), dirigidos por el párroco desarrollan los días sábados cuando en horas del mediodía reparten platos de sopa a más de 200 personas,
entre niños y adultos.
Según informaron algunos de los organizadores, durante la semana se dedican a recolectar donativos de comercios y personas que aportan y el sábado un grupo de voluntarios, desde muy temprano comienzan a preparar el “sancocho” que va a ser repartido por números o ticket que otro grupo ha entregado previamente entre los aspirantes a comensales.
Por otra parte, en los espacios exteriores del hospital José María Benítez de La Victoria, el señor Deroxis Rengifo, encargado de uno de los kioscos de café y comida que hacen vida en el lugar, periódicamente desarrolla un programa que ha llamado: Provisión y Vida.
Rengifo, cristiano evangélico miembro de la congregación Puertas de Alabanza y Muros de Salvación de La Victoria comenta.
“Estas jornadas las iniciamos conmovidos al ver cuántas personas, aquí en el hospital y en otros lugares de la ciudad hurgan diariamente en las bolsas de basura para comer.”
“Además –añadió- tenemos que obedecer el mandato de Dios que nos
ordena amar al prójimo como a nosotros mismos”
Comercios activados
Algunas empresas privadas se han sumado a este tipo de actividades caso de la Panadería y Pastelerías Michelle, ubicada en la Av. Victoria c/c Calle Carlos Blank que desde hace algún tiempo se dedica a repartir todos los medios días (de lunes a domingo) sándwiches y bebidas a un importante grupo de niños.
El propietario del establecimiento y propulsor de la idea, quien no quiso ser identificado ni fotografiado informó.
“Desde hace mucho tiempo nos viene preocupando la situación de mucha gente que hurga en los botes de basura para comer de allí, incluyendo muchos niños que incluso revisaban los desperdicios de la panadería, por eso, desde hace unos seis meses decididnos repartir estos panes, no para
solucionar el problema, pero al menos contribuir en algo con estos muchachos que están pasando tanta necesidad”
“Al principio -comentó- vinieron poquitos, pero a los pocos días ya teníamos a más de 400 personas esperando y, por supuesto, no podíamos atender a todos. Hoy hemos establecido un cupo de 150, se la da prioridad a los niños, pero, si alcanza, también se reparte entre adultos necesitados”
Efecto expansivo
Otro fenómeno que se ha presentado en torno a esta situación, es una suerte de “efecto expansivo” de otras organizaciones humanitarias que, utilizando las convocatorias de aquellas que reparten alimento, dan también su aporte en otros insumos. Es el caso de la agrupación juvenil KAP que recientemente se acercó a la panadería Michelle a la hora del reparto de comida, parar surtir a
algunos niños que allí estaban de piezas de ropa Los pioneros
Cabe hacer notar que todas esta loables iniciativas que se han adelantado en estos últimos meses tienen un importante antecedente en el mediano plazo en el programa denominado Cena de Amor creado y llevado adelante por la organización cristiana evangélica Ministerio Comunicacional Educacional y Evangelístico Con Visión de Reino (C.V.R.) que desde el año 2011 todos los 24
de diciembre ha realizado una jornada de atención a personas en condición de calle.
Esta actividad, que ha contado con el apoyo irrestricto de varias congregaciones y también de empresas privadas como Diario El clarín y la Agencia de Festejos Ven Mex entre otras, se ha dedicado a ofrecer aseo, servicio de barbería y ropero y suministro de alimento, aproximadamente a unas 80
personas por jornada.
La señora Yolaima Salomón de López, directora administrativa de C.V.R. señala;
“Al principio la Cena de Amor la realizábamos solamente los 24 de diciembre, pero desde el pasado año 2018, ante la extrema situación de necesidad que atraviesa Venezuela, hemos tenido que hacer jornadas extraordinarias que ya no sólo benefician a personas en situación de calle, sino también a familias en extrema necesidad. Actualmente estamos haciendo todos los esfuerzos
posibles y rogando al Dios Altísimo para que nos permita convertir este evento en un programa permanente”.