La alimentación del mundo está en juego gracias a la guerra sucia del Kremlin. Los oficiales ucranianos entrevistados, Alexander y Dimitri, muestran una decena de fotos de campos agrícolas minados, algunos con impactos e, incluso en algunos casos, con el proyectil sin detonar clavado en los terrenos. « Muchos agricultores han tenido que renunciar a cultivar, ahora que ha comenzado la siembra de primavera, por el peligro que representan las minas. Al llegar a sus tierras, han descubierto que los rusos han minado sus cultivos, y ante el temor de morir los abandonan», explica Alexander, mientras muestra las fotos. Fuentes médicas de Zaporiyia confirmaban a este diario una realidad que ya ha dejado heridos.
Como ya hizo en Chechenia o en Siria, Rusia destaca por el uso indiscriminado de armas prohibidas por las convenciones internacionales, como el fósforo blanco -de enorme capacidad destructiva, dado que se enciende al contacto con el aire, no se puede apagar con agua y arde hasta a 1300 Cº- y las bombas de racimo.
«El fósforo blanco, cuyo uso ha sido confirmado en Donetsk, además envenena la tierra, el agua y el aire», explica Alexander. Dimitri apunta que también se ha registrado al menos un ataque con fósforo en Mariúpol, y fuentes médicas confirmaron a ABC su uso en Járkov. En cuanto a las bombas de racimo, contenedores de cientos de pequeñas bombas de formas atractivas que no explotan al tocar el suelo, sino al ser levantadas, se ha documentado su uso en diferentes ciudades ucranianas. De cualquier forma, los coroneles se muestran sorprendido por el escaso nivel de precisión de muchos de los proyectiles rusos, incapaces de destruir la infraestructura militar ucraniana pero letales cuando son usados de forma indiscriminada contra civiles.
Con información de: ABC