El resultado de las elecciones en Brasil no solo tuvo en vilo a los brasileños, sino a toda América Latina. La ajustada victoria de Lula da Silva abre interrogantes. ¿Cómo influirá este giro a la izquierda en la región?
Con 148 millones de votantes, Brasil es la mayor democracia latinoamericana y estas elecciones, las más polarizadas en la historia del país, son consideradas unas de las más significativas del subcontinente. Es la primera vez en 34 años de democracia en Brasil que no es reelegido un presidente en funciones.
“El triunfo de Lula da Silva en Brasil es una buena noticia para toda la región, un alivio y una bocanada de aire fresco”, dice Mariana Llanos, politóloga e investigadora del Instituto GIGA de Hamburgo, en entrevista con DW. “Es la victoria de una coalición de partidos democráticos para luchar contra una mayor erosión democrática en Brasil, contra una ultraderecha que amenaza las instituciones”, agrega.
No fue tanto un triunfo de la izquierda, sino más bien de la oposición al statu quo
Pero el triunfo de Lula, de 77 años, no significa que está surgiendo una nueva “marea rosa” de gobiernos de izquierda, como la que tuvo lugar hace dos décadas, aunque seis de las siete mayores democracias latinoamericanas vengan votando a políticos de izquierda desde 2018. “Lo que sucedió, y que hay resaltar, es que, una vez más, ganó la oposición”, dice a DW Marcos Novaro, analista político e investigador de la Universidad de Buenos Aires.
No se trata tanto de un giro a la izquierda del electorado, sino de sacar del poder a quienes no han podido lidiar con ciertos desafíos, explica. En el caso de Lula, su triunfo se produce a pesar de que un gran porcentaje de brasileños lo sigue considerando corrupto, debido al escándalo de los sobornos, a pesar de que sus condenas por corrupción fueron anuladas. Pero ante la devastadora cifra de 700.000 muertos en la pandemia, una aceleración de la deforestación de la selva amazónica, y también por los abiertos ataques a la prensa y a las libertades civiles por parte de Bolsonaro, los votantes le dijeron “basta” a él y a su gobierno.
“Los gobiernos que atravesaron la pandemia no han logrado ser reelectos, salvo en el caso de Paraguay”, señala el experto, si bien en el caso de Brasil la recuperación económica ha sido relativamente exitosa. Ahora, advierte, “la pregunta es si Lula podrá sostener esa estrategia, o si va a apuntar a una política distribucionista que pueda traerle problemas”, plantea. La oposición bolsonarista estará al acecho de cada paso en falso.
Falta de mayorías sólidas y de búsqueda de alianzas de centro
Para Marcos Novaro, por un lado, “los gobiernos electos en los últimos tiempos no logran formar mayorías muy sólidas. Algunas coaliciones en el Congreso son precarias y heterogéneas, en muchos casos, están en minoría en las cámaras, lo cual es una limitación. Por el otro, la popularidad de los presidentes dura muy poco, algo que vemos en Chile, en Colombia” -a pesar de que Gustavo Petro es el primer presidente de izquierda que ganó una elección en el país- “y también en Perú”, sostiene. Y a Lula podría pasarle lo mismo, según él, ya que cuenta con “una oposición muy crítica”.
Pero destaca que, para ganar, “Lula hizo lo que siempre ha hecho: buscó el centro del espectro político, en una alianza que es bastante firme, que va a condicionar su gestión. Algo que el kirchnerismo, por ejemplo, nunca hizo, es decir, tomarse en serio ese giro hacia la moderación, esa negociación con el centro de la política”. En eso, el gobierno mexicano es más convincente, resalta.
Realidad latinoamericana heterogénea
En otros países de América Latina con gobiernos de izquierda las crisis se acentúan. En Argentina, el kirchnerista Alberto Fernández no logra aliviar la grave situación económica ni calmar las disputas internas del peronismo. En el México de Andrés Manuel López Obrador crece el descontento popular, con reclamos por autoritarismo y corrupción. En Perú, continúa la inestabilidad, mientras el presidente Pedro Castillo pide ayuda a la OEA para “proteger” su cargo ante temores de un golpe de Estado. La popularidad de Gabriel Boric en Chile bajó marcadamente luego del entusiasmo inicial. Ese contexto es aprovechado también por partidos y movimientos de ultraderecha para posicionarse y ganar perfil político. ¿Cómo podría influir el resultado electoral de Brasil en el tablero político latinoamericano?
Vista en perspectiva, la influencia del triunfo de Lula en Brasil será relativa a nivel regional. La realidad política de los países de América Latina es muy heterogénea, con escenarios muy distintos, y la política local es determinante en cuanto a los resultados electorales. “Hay que ver cómo se procesa la discusión ideológica general. Las sociedades están todas muy polarizadas”, dice Marcos Novaro, y algunas brechas siguen ampliándose. Pero el caso de Brasil demuestra que “no siempre gana quien polariza más, sino quien es un buen referente de ideas y puede hablarle al sentido común. Lula lo hizo mejor que Bolsonaro, que pensó que era suficiente con cierto éxito económico”.
Para Mariana Llanos, se podría frenar a la ultraderecha emergente si se puede responder al desencanto político de la gente con alternativas interesantes. Lo que ocurrió en Brasil, la forma en que se organizaron los partidos para formar una alianza electoral moderada, es un indicador de que se puede luchar contra el avance de la ultraderecha, la decadencia institucional y el hartazgo político de la gente si las fuerzas democráticas se unen, dejando de lado sus intereses egoístas inmediatos “por la defensa de algo superior, que es el sistema democrático”, concluye.
Con información de DW