El aumento vertiginoso de la migración por la peligrosa selva del Darién ha alcanzado niveles sin precedentes. A pesar de los esfuerzos de las autoridades y los acuerdos previos, el flujo de personas que atraviesan esta ruta sigue creciendo de manera preocupante. Las tensiones entre los países involucrados y la falta de cooperación internacional han complicado aún más la situación. En este contexto, se han planteado medidas drásticas, como un posible cierre de la frontera, pero estas opciones son controvertidas y, en última instancia, inadecuadas para abordar el problema.
Un Flujo Incesante
Cada día, cientos de personas, como Kelly Carolina y sus ocho hijos, se embarcan en un viaje desde el puerto de Turbo en el Urabá antioqueño, una de las rutas hacia la selva del Darién. En lugares como Acandí y Capurganá, las cifras alcanzan los miles. En lo que va del año, el número de migrantes que han cruzado el Darién ya supera la cifra total de 2022, alcanzando más de 307,000 personas hasta agosto, según autoridades panameñas.
La Acusación y la Falta de Cooperación
Panamá ha acusado al Gobierno de Colombia de no cumplir con los acuerdos previos y de no colaborar en la atención de esta emergencia. Además, ha señalado la falta de apoyo de países del norte, como Estados Unidos, que prometieron un mayor compromiso con la situación.
La Amenaza del Cierre de Frontera
La semana pasada, Panamá anunció que tomaría medidas para abordar la situación, aunque no especificó cuáles serían. Esto ha generado preocupación sobre una posible militarización de la frontera o un cierre parcial. Ambas opciones son controvertidas y arriesgadas.
El Problema de Militarizar
Militarizar la frontera no es una solución adecuada. Las fuerzas militares carecen de la especialización necesaria para abordar adecuadamente temas migratorios y derechos humanos. Su enfoque en la seguridad y la militarización de las fronteras puede no ser apropiado para tratar las complejidades de la migración.
El Cierre de Frontera, ¿Una Medida Efectiva?
La historia ha demostrado que los cierres fronterizos a menudo fortalecen las operaciones de traficantes de personas, aumentando los precios que cobran y poniendo en mayor riesgo a los migrantes. Actualmente, los “coyotes” exigen cifras exorbitantes por el viaje completo en la ruta Medellín-Anorí-Montería-Necoclí-Darién. Además, no ofrecen ninguna garantía de seguridad, como se evidenció recientemente con un grupo de migrantes abandonados en una playa panameña.
El aumento en el flujo de migrantes a través del Darién pone de manifiesto la necesidad de una mayor cooperación y coordinación entre las autoridades de Colombia, Panamá y otros países afectados. Cerrar el Darién no es una solución viable y podría exacerbar los riesgos para los migrantes. La militarización tampoco aborda las raíces del problema. Se requiere un enfoque que considere los derechos humanos y busque vías legales y seguras para que los migrantes y refugiados puedan buscar un futuro mejor sin poner sus vidas en peligro. La situación exige una mesa de diálogo efectiva y un compromiso real de todos los países involucrados para encontrar soluciones sostenibles a esta crisis humanitaria y de seguridad.