Con un paso audaz hacia la erradicación de la delincuencia carcelaria, las autoridades venezolanas han tomado el control de las siete cárceles más peligrosas del país.
Bajo el liderazgo del ministro de Interiores, Remigio Ceballos, esta acción representa un contundente golpe al llamado “Pranato”, las estructuras delictivas que desafiaban el régimen penitenciario.
La intervención de La Cuarta en Yaracuy marcó el cierre de siete recintos carcelarios que anteriormente estaban bajo el control de los Pranes, conocidos por su influencia delictiva en el sistema penitenciario. Esta medida tiene como objetivo central poner fin a la impunidad que caracterizaba a estas prisiones.
El ministro de Interiores, Remigio Ceballos, anunció que la lucha contra el crimen y las mafias criminales continuará de manera directa. La declaración enfatiza la determinación del gobierno para acabar con el “Pranato” y garantizar que aquellos que intenten perpetuar estas prácticas ilegales sean llevados ante la justicia.
El proceso de intervención comenzó con la toma de Tocorón en Aragua, seguido de la intervención del penal de Tocuyito en Carabobo. En un esfuerzo coordinado, las autoridades lograron desmantelar las cárceles de Puente Ayala en Anzoátegui, Vista Hermosa en Bolívar, La Pica en Monagas, y más recientemente, el internado judicial de Trujillo. Cada una de estas acciones ha representado una victoria en la lucha contra el crimen organizado.
En el cierre de esta etapa significativa en la lucha contra la criminalidad carcelaria, se destaca la importancia de mantener la vigilancia y la determinación para prevenir la resurgencia de estructuras delictivas.
Las autoridades deben consolidar estos logros con medidas continuas que fortalezcan el sistema penitenciario y promuevan la rehabilitación, asegurando que estas cárceles desmanteladas no se conviertan nuevamente en focos de violencia. La sociedad, a su vez, tiene un papel crucial en apoyar esfuerzos que promuevan un entorno carcelario más seguro y justo.