El reciente caso de la niña venezolana de 8 años, Kerly Cuevas, quien fue raptada y posteriormente asesinada en Bucaramanga, ha conmocionado a toda Colombia, dejando a la sociedad sumida en un profundo dolor e indignación.
La pequeña, proveniente de Santa Isabel, municipio Andrés Bello, en el estado Trujillo, migró junto a su madre en busca de una vida mejor, encontrando en Girón un trágico final.
Desaparición y búsqueda desesperada
Kerly se encontraba bajo el cuidado de una vecina mientras su madre trabajaba, disfrutando de la inocencia de la infancia junto a sus amigos del barrio, hasta que un hombre adulto, captado por una cámara de seguridad, la hizo desaparecer.
Este hecho marcó el inicio de una desesperada búsqueda, concentrada en la ribera del río de Oro, donde finalmente se encontró el cuerpo sin vida de la pequeña en una zona boscosa del sector Girón, detrás de la estación de Metrolínea en el municipio.
Investigación en curso y sospechas
Aunque las causas de la muerte de Kerly Cuevas aún no han sido esclarecidas, los investigadores han encontrado rastros de violencia en la cabeza de la niña, sin descartar la posibilidad de un abuso sexual.
El principal sospechoso en este caso es un hombre que residía en la misma casa que la menor, e incluso la madre de la víctima solicitó su ayuda en la búsqueda, recibiendo una respuesta evasiva por parte de éste.
Reflexión y llamado a la justicia
La historia de Kerly Cuevas nos conmueve y nos hace reflexionar sobre la vulnerabilidad de los migrantes, especialmente de los niños, en un mundo lleno de peligros y violencia. Es fundamental que la sociedad se una en solidaridad y empatía hacia las familias que buscan una vida mejor, brindando apoyo y protección a quienes más lo necesitan.
La justicia debe prevalecer en este caso, asegurando que el responsable de tan atroz crimen pague por sus acciones y que situaciones como esta no se repitan en el futuro. Solo así podremos construir un mundo más seguro y humano para todos.
