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El Darién: una ruta peligrosa que sigue siendo transitada

La selva del Darién, ubicada en la frontera entre Panamá y Colombia, es uno de los puntos más críticos de la migración en América Latina. Durante 2024, más de 244.000 migrantes han cruzado esta peligrosa región, buscando mejores oportunidades en Norteamérica.

Aunque la cifra es alta, representa una disminución significativa en comparación con el año anterior, cuando más de 350.000 personas atravesaron este territorio inhóspito. Las nuevas políticas implementadas por el gobierno panameño, junto con la cooperación de Estados Unidos, parecen estar teniendo un impacto directo en el flujo migratorio.

Un flujo migratorio en descenso por el Darién

En lo que va de 2024, el número de migrantes que han cruzado la selva del Darién ha descendido un 31% respecto al mismo periodo del año anterior. Según datos del Servicio Nacional de Migración de Panamá, hasta este momento, 244.243 personas han hecho este peligroso viaje, en comparación con las 354.299 que lo realizaron en 2023. La disminución de más de 110.000 transeúntes parece estar vinculada a las nuevas políticas de control implementadas por el gobierno panameño, que asumió el poder en julio de este año.

El Darién sigue siendo una ruta peligrosa, especialmente para aquellos que huyen de situaciones de pobreza y violencia en sus países de origen. La mayoría de los migrantes provienen de Venezuela, Ecuador, Colombia y China, quienes enfrentan no solo los retos naturales de la selva, sino también la inseguridad y los riesgos asociados con grupos delictivos que operan en la región.

Medidas para frenar el flujo migratorio por la selva del Darién

Con el objetivo de reducir el paso de migrantes por el Darién, el gobierno panameño ha tomado varias medidas. Una de las más destacadas es la instalación de barreras perimetrales en puntos estratégicos de la frontera, donde se habían identificado múltiples caminos no autorizados. Estas vallas de alambre con púas abarcan unos 4,7 kilómetros, y buscan canalizar a los migrantes hacia un corredor humanitario controlado por las autoridades.

Además, Panamá ha firmado acuerdos con Estados Unidos para que el país norteamericano financie vuelos de retorno para migrantes que no cumplan con los requisitos legales de ingreso. Hasta el momento, se han realizado varios vuelos con destino a Colombia, Ecuador e India, en un esfuerzo conjunto para asegurar una migración más ordenada y regulada.

El reto de la seguridad y la crisis humanitaria

El cruce de migrantes por el Darién no solo representa un desafío para la seguridad de Panamá, sino también una crisis humanitaria. La embajadora de Estados Unidos en Panamá, Mari Carmen Aponte, destacó la importancia de tener una migración que sea “ordenada, segura y legal”. Según las autoridades, algunos de los migrantes que intentan cruzar esta frontera tienen antecedentes penales, lo que añade un elemento de preocupación para las fuerzas de seguridad panameñas.

En respuesta a la crisis, las autoridades han implementado controles más estrictos y han reforzado la cooperación internacional para gestionar de manera más eficaz el flujo de personas. La estrategia busca no solo garantizar la seguridad del país, sino también ofrecer alternativas legales y seguras a aquellos que buscan una vida mejor.

Un futuro incierto para los migrantes

A pesar de la reducción en el número de migrantes que cruzan el Darién, la situación sigue siendo preocupante. Con más de 320.000 personas estimadas para atravesar esta ruta en 2024, las autoridades panameñas enfrentan un desafío constante en su lucha por controlar el flujo migratorio, al mismo tiempo que intentan mitigar los efectos de una crisis humanitaria que afecta a miles de familias.

El acuerdo entre Panamá y Estados Unidos es un paso importante hacia una solución, pero el reto de garantizar una migración segura y ordenada sigue siendo una prioridad urgente para ambos países.

 

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