Durante meses, comerciantes de Palo Negro, Santa Cruz y Cagua vivieron bajo constante amenaza. Llamadas intimidantes, mensajes cargados de violencia y exigencias económicas se convirtieron en parte de su rutina. Detrás de este clima de terror estaba la banda delictiva de Noé, un grupo criminal dedicado a la extorsión sistemática en el estado Aragua.
La organización se especializaba en identificar a pequeños y medianos comerciantes para luego exigirles dinero a cambio de no atentar contra sus vidas o la de sus familiares. Quienes se negaban, eran amenazados con violencia armada o con represalias inmediatas. Algunos decidieron cerrar sus negocios; otros pagaron por temor.
La extorsión se volvió rutina
De acuerdo con las investigaciones, los miembros del grupo operaban con estructura y roles definidos. Uno establecía el primer contacto, mientras otro vigilaba los movimientos de la víctima, y un tercero ejecutaba la entrega o las amenazas. La intención era clara: sembrar miedo para asegurar el pago constante de sumas elevadas.
A través de motocicletas y teléfonos desechables, mantenían un perfil bajo para evitar ser detectados. Sin embargo, el temor de las víctimas creció al punto de motivar algunas denuncias ante las autoridades. Ese fue el punto de partida para una operación que acabaría con parte de esta red.
El inicio del fin
La Delegación Municipal Maracay del Cicpc, a través de su base Contra Extorsión, inició un trabajo de inteligencia que culminó con una entrega controlada. Durante la operación, fueron detenidos Escarlett Sinai Henríquez Páez y Fredy José Herrera Azócar, miembros activos del grupo.
Además, los funcionarios ubicaron a Jhonder Alejandro García Parababi, quien reaccionó con violencia al notar la presencia policial. El intercambio de disparos terminó con su fallecimiento tras ser trasladado a un centro de salud.
Aún falta el líder
Aunque se logró desmantelar parte de la banda, Noé Manases Orlando Córdoba, presunto líder de la organización, continúa prófugo. Está solicitado a nivel nacional por delitos graves como terrorismo, tráfico de armas, extorsión agravada y asociación para delinquir.
Las autoridades mantienen activa su búsqueda y han reiterado que las víctimas deben seguir denunciando para frenar este tipo de organizaciones. La historia de la banda delictiva de Noé es reflejo de cómo el crimen organizado ha logrado insertarse en comunidades vulnerables, afectando no solo la economía local, sino también la paz de cientos de familias.