El maquillador venezolano Andry Hernández relató su dramática experiencia tras ser deportado por Estados Unidos a El Salvador. Hernández fue enviado, sin previo aviso, al Centro de Confinamiento del Terrorismo (Cecot). Desde la noche previa al vuelo hasta los golpes que recibió al llegar, describe el lugar como un verdadero “infierno”. En este lugar perdió su libertad, su cabello y el contacto con el mundo exterior.
Su deportación ocurrió sin aviso previo
El 14 de marzo de 2025, Hernández se encontraba detenido en el Centro de Procesamiento de Laredo, Texas, bajo custodia del ICE. Esto tras haber solicitado asilo en agosto de 2024. Pese a que se rumoraban vuelos de deportación, nunca imaginó el destino final. Junto con otros migrantes, fue trasladado al aeropuerto creyendo que regresaría a Venezuela.
“Ya se acabó la lucha, ya nos vamos para Venezuela… felices porque vamos a estar con nuestras familias”, recuerda.
Pero no fue así. El avión aterrizó en El Salvador y no en su país natal, sin que ninguno de los pasajeros —ni sus abogados— recibieran notificación oficial del destino. Esto es lo que indica en una demanda colectiva presentada contra el gobierno estadounidense.
“Colaboren, pórtense bien”, dijeron los agentes
Al llegar a territorio salvadoreño, los funcionarios estadounidenses les pidieron colaborar para evitar represalias. Sin embargo, Hernández asegura que comenzaron los maltratos apenas descendieron del avión.
“Golpes, patadas, amenazas. Nos llamaban terroristas, miembros del Tren de Aragua, lo peor del mundo”, denunció. El joven fue trasladado junto a más de 250 venezolanos al Cecot, la prisión de máxima seguridad donde el Gobierno de El Salvador asegura encerrar a los criminales más peligrosos.
Acusado por sus tatuajes sin tener antecedentes
Según Hernández, su única “evidencia” en su contra eran sus tatuajes. En Estados Unidos, fue vinculado con la banda criminal del Tren de Aragua por estos motivos, pese a no tener antecedentes penales ni pruebas que lo involucraran. Familiares y allegados confirmaron que se trata de un estilista sin vínculos con grupos delictivos.
Durante su reclusión en el Cecot, perdió su cabello —símbolo de su identidad como estilista—, así como todo contacto con el exterior.
Estados Unidos aplicó ley de tiempos de guerra
Las deportaciones se realizaron bajo la Ley de Enemigos Extranjeros, una medida de tiempos de guerra que fue invocada por el gobierno de Donald Trump para expulsar a presuntos miembros de bandas criminales. Sin embargo, un juez había ordenado suspender su aplicación, algo que no se respetó en el caso de Hernández y otros venezolanos.
Ahora de regreso en Venezuela, Andry Hernández comparte su historia como una advertencia: “De estar preso, prefiero estar en mi casa”. Su testimonio se suma al creciente número de voces que denuncian las condiciones y arbitrariedades en el Cecot, la megaprisión construida por Nayib Bukele como símbolo de su lucha contra el crimen.