Gene Cernan y Harrison Schmitt, de la misión Apolo 17 de la NASA, fueron los últimos en visitar la Luna. Desde entonces, ninguna persona ha ido más allá de la Estación Espacial Internacional, a 400 kilómetros sobre nuestras cabezas. Y la situación se mantendrá así durante algún tiempo, hasta que en noviembre del año que viene los astronautas Christina Koch, Jeremy Hansen, el piloto Victor Glover y el comandante de la misión Reid Wiseman suban en el imponente megacohete Space Lauch System (SLS) y su recién estrenada cápsula Orion y alcancen una distancia más de 900 veces mayor, a 370.000 kilómetros desde aquí, por detrás de la Luna.
Ellos, según ha revelado este lunes la agencia espacial estadounidense, son los elegidos para hacer historia con Artemis II, que será el pistoletazo de salida a las misiones tripuladas del nuevo programa lunar de la NASA. Aunque esta vez, a diferencia del Programa Apolo, nos quedaremos a ‘vivir’ allí, creando bases permanentes que nos permitan, entre otras cosas, prepararnos para la siguiente gran conquista: Marte.
Un largo camino no exento de contratiempos
La misión inicial Artemis I, que tuvo que enfrentarse a varios retrasos (motivados por circunstancias que fueron desde la pandemia hasta fugas en el sistema de lanzamiento, pasando por un huracán), se completó con éxito en diciembre de 2022, coronando el lanzamiento inaugural del SLS junto con la nave espacial Orion, que de momento no ha sido tripulada por ningún equipo humano.
No fue un viaje del todo ‘tranquilo’: se registraron varias ‘anomalías’ durante el camino y varios de los pequeños satélites que viajaban en la misión acabaron también malogrados. A pesar de todo, desde la NASA mandan un mensaje de tranquilidad: aseguran que Artemis I sirvió para poner la ‘maquinaria al límite’, y que tanto SLS como Orion son completamente seguros y están preparados para llevar a la nueva generación de astronautas a la Luna.
Con información de ABC