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Grito de desesperación en Corocito, Aragua: calles en ruinas desafían la paciencia de sus habitantes

La urbanización de Corocito, en el municipio José Ángel Lamas, estado Aragua, enfrenta una crisis que va más allá de la estética urbana: el estado deplorable de sus calles ha sumido a sus residentes en un estado de desesperación. Los bolsillos de la comunidad se ven afectados, literalmente, por las grietas y baches que han convertido las vías en un obstáculo diario. En medio de este caos vial, la comunidad alza la voz para exigir una solución a un problema que socava la calidad de vida y la economía local.

Obras que Dejan Estragos:

Las calles de Corocito, una vez testigos de obras destinadas al cambio de colectores de agua, ahora exhiben las cicatrices de una transformación que dejó más daños que beneficios. Un residente, optando por el anonimato por temor a represalias, explica que la situación actual hace imposible circular sin dañar los vehículos. La aparente falta de consideración en el proceso ha llevado a la sensación de olvido total por parte de las autoridades locales.

Impacto Económico y Emocional:

Rosa Martínez, una residente afectada, comparte su frustración al afirmar que mensualmente se ve obligada a reparar el tren delantero de su vehículo debido a los baches y las pésimas condiciones de las calles. Este impacto no solo afecta su economía, sino también su tranquilidad, reflejando cómo la deteriorada vialidad permea en aspectos fundamentales de la vida cotidiana de los habitantes.

Un Llamado Desesperado:

En medio de esta realidad desafiante, un habitante, vocero de la comunidad, eleva su voz para instar al alcalde Pedro Campos a abordar urgentemente esta problemática. La frustración y el sentimiento de ser ignorados se hacen palpables en sus palabras, resaltando la necesidad apremiante de una respuesta efectiva por parte de las autoridades locales.

Corocito se encuentra atrapado en un laberinto de calles deterioradas, un problema que va más allá de la incomodidad vial. La economía de los residentes y su bienestar emocional están en juego, mientras esperan con ansias una solución que hasta ahora ha sido esquiva. En este llamado desesperado, la comunidad clama por la atención del alcalde y de las autoridades locales, buscando no solo reparar las calles, sino también restaurar la esperanza y la confianza en un futuro donde la infraestructura refleje el compromiso con el bienestar de sus habitantes.